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1594 5 Junio 2014

 

Caída libre
Hugo L. del Río

Monterrey.- Nuevo León –al igual que todo México– está en caída libre. Ya no sé si llamar clase política a los prevaricadores que dizque nos gobiernan, o referirme a ellos simplemente como burocracia de politicastros. En pleno palacio municipal de Escobedo, se dieron de catorrazos el secretario de Desarrollo Económico, Alfredo Canavati y el pomposmente llamado director de Comunicación Social, Enrique Patiño.

Hágame el cabrón favor: dos manolos que cobran como miembros del gabinete municipal mentándose la madre y partiéndose la ídem. Las sacudidas a la genealogía se produjeron en presencia del alcalde, César Cavazos, quien –poco gallardo él–, en lugar de imponer el orden salió de la oficina por la puerta trasera. Cavazos, ciertamente, no hace honor a su nombre. Se portó como avestruz: escondió la cabeza en los archivos y se quedó con las nalgas al aire.

Cuando Óscar Herrera Hoskings era edil de Monterrey, dos secretarios, Ramón Cantú Willman y Emilio López convirtieron la casa de cristal en una arena de box. Óscar los destituyó ese mismo día. Escobedo no es el único municipio donde los presupuestívoros dirimen sus diferencias a puñetazos y patadas. La regidora panista Caty Pérez Bulnes le asestó “un jab de mano izquierda” –Monitor dixit– a su colega tricolor Eugenio Montiel Amoroso, quien de esto último no tiene nada.

La política es, precisamente, el instrumento y método que usamos los seres humanos para, dentro de los espacios del respeto y la razón, procurar conciliar intereses y unificar criterios. No siempre se logran estos objetivos, pero el disenso no tiene por qué conducir al enfrentamiento físico. Los entes primitivos se portan exactamente al revés: primero rómpele la progenitora al que no está de acuerdo contigo en lo que sea y después virigüas.

¿Por qué se pelearon Canavati y Patiño? ¿Una mujer, una comisión, Patiño no le da difusión al trabajo de Canavati, o metió las cuatro en el boletín? Seguramente a la admistración de Escobedo no le conviene aclarar estos puntachos.

Pero como existe una cosa que se llama decoro, César Cavazos está obligado a tomar píldoras de testosterona y correr a los dos. “Ser hombre no es un picnic”, reza un viejo proverbio gringo.

Pie de página
Entiendo que el secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos, venga a Monterrey a advertirnos –hay que leer entre líneas– que los narcos de Tamaulipas vendrán, por cientos, a ponerse a las órdenes de los capos que viven en Garza García. Lo que me parece indigno de un general de cuatro estrellas es que exprese su preocupación por el alza en robos de autos y atracos a casas particulares en Monterrey. ¿Llegar a lucir cuatro estrellas en gorra de plato y hombreras como comandante de 200 mil hombres para cumplir funciones de policía auxiliar?

hugoldelrioiii@hotmail.com

 

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