Suscribete
 
1697 28 Octubre 2014

 

 

Cuerpo de Estados Terminales
Laura Fierro Evans

 

Querétaro.- Cada día me duele más el cuerpo entero. El médico me pide describir específicamente el síntoma y el lugar y se queda mudo cuando le explico.

Tengo el Chihuahua reventado como una cabeza que salió proyectada contra una pared por una ráfaga de metralla. Esa parte norte del cuerpo supuestamente conectaba con otro norte de esperanza, pero no es otra cosa más que advertencia de pesadilla.

Dolor de enfermo terminal tengo en el Tamaulipas de mis ancestros, hoy mutilado, levantado, diezmado y con amenaza de bomba. Ya me dejó ciega y muda, y más porque la metástasis llegó a mi pobre Durango, que duele especialmente en el área del rancho coptado, del ganado secuestrado y de la producción amedrentada por la extorsión.

Mi  Nuevo León entró en paro cardiaco hace ya varios años y por más intervenciones al que intentan someterlo, ni el Houston ni el marcapasos resuelven o salvan los tejidos destruidos, los vasos acuchillados o las venas tapadas con tanta carne molida.

Y ni hablar del Sinaloa de mis costados, que quise hacer como que no era mío y no me dolía, pero tiene ya el pulmón colapsado y las costillas convertidas en polvo del polvo, y por más que le hago no logro tomar el aire necesario cuando intento respirar.

Le digo al médico que mis Aguas calientes se han vuelto ahora hervidero de muertos que circulan fríos de norte a sur y se confunden con la trombosis provocada por un persistente coágulo en el Zacatecas lateral derecho.

Luego me pide el médico que le hable de mi San Luis Potosí de entrañas perdidas y campamentos violentados y robados; ¿qué decirle del dolor intenso que surge de la huasteca dorsal de carnes de dudosa procedencia, listas para echarlas en el comal?

A mi hermoso y tradicional Michoacán, sencillamente lo extirparon un día diciendo que era cuerpo non grato e inútil en el cuerpo; y de tanto extrañarlo, ya ni lo extraño. Desapareció del mapa.

Ni me pregunte del ombligo queretano, que se volvió el hoyo negro capaz de hacer desaparecer cualquier objeto, propiedad o persona sin que nadie se percate, pues acá nada pasa. El hoyo queretano todo se lo traga, hasta el pensamiento sobre el dolor.

Nada que ver con el tremendo retortijón causado por el Guanajuato y el Jalisco abdominales, que de tanta salmonella y amiba me tienen ya al borde de la peritonitis aguda central y periférica.

Estos médicos tan insensibles al dolor ajeno se hacen cínicos. Se ríe mi médico cuando le digo que me duele la obstrucción de mi Distrito Federal desde el periférico hasta el Circuito Interior, pasando por la Neza y Perinorte, que ya no puede digerir nada y todo lo que le entra en el ángel del Reforma central, lo vomita. Me dice que eso se llama bulimia. Y sí, se atasca mi pobre Defe y se la pasa reventado, podrido de tanta podredumbre.

El Hígado morelense, que fue el  orgullo de la familia, es ahora víctima de la hepatitis C cirrótica, secuestrada por un cáncer persistente que lo ha atacado por completo. Y luego tengo la matriz, que se ubica justo en el Edomex ánteroposterior, dedicada a parir bazofia de secuestradores, asesinos, narcos, corruptos mezquinos y políticos viles. Le pregunto al doc si una buena histerectomía podrá servir para poner fin a tanta infértil producción. Me dice que no, pues uno de los problemas viene del pancreático Puebla, enfermo silencioso que cuando abra la boca será para decir Amén.

Para cuando me toca hablar de ese pequeñito apéndice que queda en el Ayotzinapa central del Guerrero caliente que cayó en los ríos calientes de cuerpos fríos, me quedo con la palabra atragantada por el dolor que huele a calcinación. Me duele el Guerrero completo de fosa en fosa, de costa a costa. Es un dolor grave, dolor de muerte. Como el dolor de los puentes avienta cadáveres de la Cruz costera, otrora Vera.

Poca vida le resta a la frontera de mi sur chiapaneco y me duele tanto el Oaxaca de mis moles, que ni los alebrijes logran revivirlo.

Los pies, los pies… ¿Dónde quedaron mis pies?; ¿por qué no los siento?; ¿quién los quemó, los desapareció, los gangrenó, los cocinó? ¿No era Cuauhtémoc el de los pies quemados?

–¿Habrá cura cuántica, remedio chamánico, fórmula alquímica, rezo pranayámico, mantra tibetano o cirugía cardiovascular neurológica que pueda curar este cuerpo de estados terminales? –le pregunto al doctor Peña, que por cierto no es doctor.

–¡Pero si tienes un cuerpo tan atractivo de norte a sur, de estructura y complexión! Te ves tan bien que mejor olvida todo. Te recomiendo ir de compras a San Antonio y olvidarte un rato de tus achaques. No seas hipocondriaca. De lo contrario, te canalizaré al psiquiatra a que atienda tu obsesión depresiva. Estás linda. No tienes ébola. ¿De qué te quejas?

Periodista, escritora, coach profesional. Ciudadana indignada ante la realidad actual del país. Autora de: “Coaching para líderes”. www.sistemahagakure.com

 

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

 

15diario.com