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1704 6 Noviembre 2014

 

 

INTERÉS PÚBLICO
Abarca capturado
Víctor Reynoso

 

Puebla.- Entre las opiniones más interesantes y generadoras de reflexión sobre la captura en Iztapalapa de José Luis Abarca está la de Jorge Fernández Meléndez: es muy raro que hayan aparecido, dijo el periodista, y más raro que hayan aparecido vivos.

Sustenta su extrañeza en el supuesto de que Abarca y su esposa, principales sospechosos intelectuales de los asesinatos y desapariciones masivos en Iguala, no son la cabeza o el último eslabón de esos crímenes. Hay cómplices por encima de ellos, cómplices que los quisieran ver muertos para evitar el riesgo de ser denunciados.

Puede ser. Y es algo que debe aclararse. Aunque sin indicios concretos, por pura lógica, habrá que revisar si autoridades del gobierno de estado de Guerrero no apoyaron o promovieron las acciones de Abarca. O al menos las ignoraron, cuando su obligación era conocerlas y detenerlas. Como mero supuesto, habrá que investigar si el ahora detenido ex alcalde de Iguala tuvo vínculos con alguna autoridad federal.

Pero también pudiera ser que se manejara solo. Que la autoridad estatal y federal no tuvieran la capacidad de actuar en la zona donde actuaban Abarca y los Guerreros Unidos, grupo de narcotraficantes que al parecer controla la región y que estaba vinculado al matrimonio Abarca Pineda. Todo son hipótesis. Está por verse si se quedan en eso o si la autoridad da respuestas convincentes en torno a ellas.

Además de estas cuestionas por aclarar, en el trágico caso del estado de Guerrero hay varias cosas claras. La descentralización de hecho que vive nuestro país, antítesis del centralismo de segunda mitad del siglo XIX, ha dado mayor autonomía a gobiernos estatales y municipales y los ha hecho al mismo tiempo más vulnerables. No tienen ya la tutela y el control del gobierno federal. Su mayor autonomía es por una parte un progreso, por otra un riesgo, pues se pueden dar abusos como los de los municipios de Iguala y Cocula.

Los partidos políticos no tienen capacidad de controlar la calidad de sus candidatos ni de sus gobiernos. En el caso de Iguala, el recientemente detenido José Luis Abarca fue postulado por el PRD, el PT y Convergencia. Ninguno de los tres partidos se preocupó por investigar si tenía vínculos con el crimen organizado. Ninguno se preocupó o ninguno tuvo la capacidad de supervisar su gobierno y mantenerlo dentro de normas mínimas de legalidad y calidad.
Parece que los partidos no tienen ni los medios ni el interés para poner límites a sus candidatos y sus gobiernos. Pero algo podrían y deberían hacer. Evitar al menos extremos tan graves como el de Iguala. Está pendiente el tema de las responsabilidades del gobierno del estado en este caso. No se han presentado indicios de responsabilidad directa, pero es claro que hay una responsabilidad por omisión o ineptitud cuando se dejó que las cosas llegaran a este nivel.

Y hay cosas que no son claras. ¿Cómo es posible que no se hayan encontrado, más de un mes después de que fueron secuestrados, a los 43 estudiantes normalistas? A la fecha el gobierno federal ha detenido a 59 personas: presidentes municipales, policías, narcotraficantes. ¿Ninguno de los 59 ha dado información fidedigna sobre el destino de los jóvenes? Es algo raro.
Menos importante, pero igualmente rara, fue la presencia del secretario de Hacienda acompañando al presidente de la República cuando se anunció la captura de Abarca. ¿La seguridad pública está entre las atribuciones de la Secretaría de Hacienda.

Tampoco claras son las teorías del complot. Nunca son claras. Apuntan a una maquinación perredista que iría desde el apoyo de López Obrador a los implicados en los hechos de Iguala, hasta el refugio de éstos en Iztapalapa “bastión perredista”, como ahí y por eso fueran a quedar protegidos. Tampoco se sabe por qué Noemí Berumen, egresada de la Universidad Anáhuac, dio su apoyo a la pareja de Iguala. Ni por qué.

El problema no lo inició el gobierno federal. Pero cayó en sus manos. Es ahora el responsable. Ha habido resultados, como los 59 aprendidos. Pero hay también cosas extrañas o inexplicables.

           

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