SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
Salud mental en la escuela
Edilberto Cervantes Galván

Monterrey.- Elemento importante en la estrategia diplomática de España hacia América Latina ha sido la promoción de esquemas de colaboración entre las naciones “iberoamericanas”. Uno de estos esfuerzos ha sido el de la Revista Iberoamericana de Educación.

Es una publicación que se edita de manera digital y en papel, con las aportaciones de educadores de la región. 

En su número más reciente, la Revista Iberoamericana de Educación (Número 66, septiembre-diciembre de 2013) dedica el volumen al tema de la salud mental en el entorno escolar.

La publicación pretende sensibilizar y orientar a la comunidad sobre la salud mental en los entornos escolares, tanto entre los alumnos como entre los docentes. 

Se trata de un tema, el de la salud mental en las escuelas, al que se le presta poca atención, a pesar de que es uno de los riesgos profesionales de los docentes.  

Desde la perspectiva de los alumnos, el proceso formativo implica el desarrollo de una sana mentalidad, con por lo menos procesos lógicos de pensamiento.

La salud mental no depende únicamente de los factores ambientales del centro escolar, pero cuando el clima institucional se distingue por la falta de acogida, la conflictividad, la fragilidad comunicativa, la rigidez, la competitividad y el excesivo control, entre otras negativas características, las personas tienen más probabilidades de presentar alguna alteración.

En su trabajo sobre la salud mental de los profesores, el maestro Francisco Alonso Fernández, de la Universidad Complutense de Madrid, destaca el impacto de los factores que inciden en el prestigio social de los maestros.

El bajo nivel de prestigio social del maestro empieza por la falta de estimación por parte del patrón, ya sea el Estado o la institución privada.

A la imagen social desvalorizada del profesor se agregan, en la sociedad contemporánea, las críticas procedentes de los alumnos y sus padres.

El contacto diario y directo entre maestro y alumnos es un factor estresante, no permite siquiera tomarse un momento de respiro o relax, ni una pausa de relajación en el ámbito donde acontece la interacción.

Hoy en día se presenta además una rebelión en las aulas. No se escucha al profesor sino que se le cuestiona; se toma como referencia el comentario del personaje mediático, la frase transmitida por la televisión o la información obtenida via internet, se conforman alumnos hostiles y padres acusadores.

La masificación de las clases favorece la circulación de rumores entre el alumnado y la emisión de comentarios contra el docente y sus opiniones. A esta actitud anti docente de los alumnos se suman con fervor los padres y demás familiares de los alumnos.

Por otra parte, los conflictos familiares unidos a la incapacidad educativa de los padres son hoy una combinación más frecuente que nunca. Es una época de crisis referida al tiempo de pervivencia de la familia y a la interrelación entre individuos de distintas generaciones.

La crisis familiar y generacional se acaba transmitiendo a los centros escolares de múltiples maneras. Una de ellas, extrapola la función educacional familiar a las aulas como si ésta fuera una obligación académica.

En otro tipo de estudios se encontró que los factores de riesgo para la salud mental de los adolescentes y de los niños son la falta de destrezas sociales y la no pertenencia a un grupo, así como el bajo auto concepto o autoestima y la situación familiar irregular.

Se presentan también los resultados de una investigación sobre el estrés entre alumnos universitarios, al inicio y al final de la carrera, y concluyen que es necesario contar con programas preventivos de problemas psíquicos en los estudiantes.

En otro artículo, se propone el fortalecimiento de las competencias emocionales desde el seno familiar, lo que contribuiría a que los niños y los jóvenes cuenten con más recursos personales para afrontar las múltiples situaciones, no siempre fáciles, que se presentan a lo largo de la vida.

La escuela es una institución que recibe múltiples influencias desde el mundo exterior y no son siempre factores positivos para el aprendizaje, pero tampoco para el sano desarrollo mental de alumnos y maestros. Además de los proceso académicos mismos, con su carga de presión, a veces excesiva, para maestros y alumnos.