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1726 8 Diciembre 2014

 

 

ANÁLISIS A FONDO
Enorme Caja de Pandora
Francisco Gómez Maza

 

Ciudad de México.- En esta tierra de horribles contrastes, de ríos de lava, fuego, ceniza, volcanes, llamada México desde mucho antes de que vinieran los españoles, debió de haber nacido Pandora (Πανδώρα), el ser humano divino creado por orden de Zeus –Quetzalcóatl– para introducir males en la vida de los mexicanos.

Acá, Pandora cambió de nombre por el de aquella veracruzana que se juntó con el conquistador para doblegar, domeñar, explotar, aplastar a los mexicanos. Acá la nombraron La Malinche. Y del huacal de esta señora se destaparon muchos infortunios para los mexicanos.

Lo más terrible es que un día no muy lejano en el tiempo Pandora reabrió su caja y desperdigó por toda la geografía mexicana todos los peores males que pudieran afligir a los condenados en el averno. Desigualdad, injusticia, desequilibrios, pobreza, pobreza extrema, miseria, indigencia, abandono, hambre, muerte prematura, avaricia, odio, muerte, desaparición forzada, y –ya párale Francisco, porque la lista es interminable–...

Más acá en el tiempo, la Cajita infeliz fue de nuevo violada y abierta por las fuerzas del mal de facto, y las fuerzas institucionales, perversa simbiosis entre el gobierno (que no el Estado, porque éste es un inexistente) y lo que llaman crimen organizado (que no es más que una extensión de la avaricia, el odio, la ignorancia, la inconsciencia y la corrupción institucional).

Acabó de abrirse la Caja de Pandora, con todas sus perversidades, en la noche entre el 26 y el 27 de septiembre –fechas que quiere que “superemos” el presidente– .Y ahora, nadie, y menos el presidente, puede cerrarla y encerrar en ella los infortunios de los mexicas contemporáneos. 

Con la violencia, con la inseguridad, con la muerte, con el llanto y el dolor por la ausencia del hijo masacrado, con todo ese universo de maldades, se placean, y de la mano, o codo con codo,  la desigualdad subestimada, y la informalidad como sucedáneo del bienestar no conseguido en la formalidad, porque se lo apropian unos cuantos encabezados por autoridades corruptas

Y eso que no hablamos de la verdadera desigualdad porque, como lo asegura el economista francés, Thomas Piketty, en México podría estar subestimada por la poca transparencia que hay en torno a las cifras del Inegi. Pero a los muchachos de Sojo les tiene sin cuidado, y a Sojo mismo, y a Videgaray mismo. Mientras más rasuradas y peinadas sean presentadas las cifras más se lo creen. Un buen diagnóstico de la desigualdad no les interesa, a pesar de que la desigualdad podría destapar la Caja de Pandora de los poderosos. Y es que con un buen diagnóstico podrían encontrarse caminos que la disminuyan.

Mejor me río: a quién cree que le está hablando este franchute. Pues a purísimos economistas orgánicos al servicio del neoliberalismo. Ya los estoy viendo entrándoles la palabra por un oído y salíéndoseles por el otro: “Es necesario –économiste français dit– que la desigualdad se regule a través de impuestos progresivos y de transformar la estructura tributaria, de manera que los ricos paguen más y se pueda lograr una mayor (y más equitativa, digo yo) distribución de la riqueza.

Uy. Eso de que los ricos paguen más, ni pensarlo. Ellos son precisamente la razón de los desvelos del Gran Leviatán, del Gran Tricofelor (tricolor, azul, amarillo).

Pero aunque la desigualdad verdadera jamás pueda conocerse en los registros del Inegi, o de Hacienda, o del Banco de México, los mexicanos vaya que la conocen. Y me temo que la conocen aquellos que pueden adquirir una casita de interés social de 50 millones de pesos, pero más los que no tienen dónde reclinar la cabeza, que son millones.

Y eso que la desigualdad es sólo uno de los males de la destapada cajita de la Malinche, que así se llama aquí la señora Pandora. Ahí les dejamos el asunto de la informalidad, un sucedáneo de la desigualdad. Y de la violencia, de la muerte, de las desapariciones, de la tortura policiaca, y de todos los demonios desatados, ustedes saben mucho más que este escribidor.

La tarea tendría que hacerla el señor Peña Nieto, que es el responsable por ser la cabeza de lo que se llama poder ejecutivo, el papá de los pollitos. Todo sea por privilegiar la desigualdad. ¿Los pobres? A quién chingaos le importan. Que se les venga encima la Caja de Pandora, o de la Malinche, como quiera y mande.

fgomezmaza@analisisafondo.com
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