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1748 7 Enero 2014

 

 

Ciudadanos contra políticos
Claudio Tapia

 

San Pedro Garza García.- Está circulando en la red un video que limita la próxima contienda electoral estatal a la lucha entre dos adversarios: los ciudadanos independientes contra azules y rojos del bipartidismo. Aprovechando la red, los ciudadanos hacen propaganda convocando a los electores para que con su voto realicen “una segunda revolución mexicana de conciencia y actitud, hecho histórico cuyo epicentro será Nuevo León.”

Para no variar (copiando a los partidos políticos), la anticipada propaganda de los independientes descalifica y sataniza de antemano y de manera general a los candidatos del PRI y el PAN: el bipartidismo a derrotar. Resulta curioso advertir cómo los que promueven el cambio, en su afán de ganar, acaban haciendo lo mismo que los que combaten.

El mensaje muestra rostros de vociferantes ciudadanos indignados (entre ellos algunos políticos disfrazados, como Jaime Rodríguez, El Bronco) que le asestan a la clase gobernante una letanía de 22 adjetivos para descalificarla. Deshonestos, cínicos, corruptos, miserables, despreciables, sanguijuelas y otras chuladas más, son los vituperios lanzados a los que gobiernan. Pero eso se acabó porque en el 2015, continúa diciendo la propaganda subida a la red, los ciudadanos independientes les daremos una lección: vamos a demostrarles a los políticos del bipartidismo (no a la ciudanía), congruencia, responsabilidad, decencia, dignidad, vergüenza, inteligencia y demás virtudes, (12 en total).

La propaganda denota una visión limitada y pobre de la política y del acto de gobierno: los ultra ciudadanos independientes, plenos de virtudes, quieren ganar las elecciones, no para bien gobernar, sino para dar a los malvados políticos (que suponen no ciudadanos) una lección moral.  

Ciudadanos tan ejemplares dan mucho que pensar. Le temo a los perfectos porque cuando sus ideas se incorporan al discurso social influyen en las personas que tienen la conciencia tranquila. Cuando los buenos se convencen de que acabar con los malos soluciona los problemas políticos y sociales y creen tener la fórmula para lograrlo, se vuelven peligrosos, más por su ingenua simpleza que por sus falsas creencias. Como suponen que puede existir una sociedad ideal en la que imperen sus creencias, están dispuestos a hacer lo que haga falta para alcanzarla. El fin justifica los medios.

Espero que este no sea el caso de los bien intencionados candidatos independientes de Nuevo León (me refiero a los auténticos, no a los disfrazados). Confío en que el  video de marras sea un desafortunado desliz que no anticipa lo que será su estrategia de campaña.

Espero que los independientes no copien los sucios modos de los de los partidos, que no recurran a la guerra sucia, y que la descalificación de los gobernantes, aunque merecida, no sea el tema rector de sus campañas.

Lo deseable es que sean capaces de realizar campañas electorales propositivas, basadas en lo que se pueda empezar a enmendar –sin mesianismos, falsas promesas, demagógicas generalidades, ni ambigüedades– y no en los desaciertos y fracasos de los gobernantes, a quienes culpan de todos los males.
Si de honestidad se trata, debemos esperar que sean transparentes en el manejo de los recursos de campaña, que realicen sus negociaciones políticas a la vista de todos, que exhiban capacidad para dialogar y acordar, y que muestren sus habilidades para articular compromisos que hagan posible que la política sea lo que debiera ser: vehículo de integración social.

Supongo que si decidieron entrarle a un proceso electoral simulado, sabiendo de lo que se trata, es porque quieren demostrar que, no obstante, se puede jugar limpio aunque esto limite las posibilidades de triunfo.

Como no se trata de ganar a como dé lugar, sino de exhibir madurez cívica y ética política para competir, los candidatos independientes, con su intento, comprobarán si es viable otras vía de acceso al poder político distinta a la de los partidos.  

La verdad, no creo que lo logren. Se trata de una contienda fingida que forma parte de un proceso electoral simulado, en la que no es posible ganar sin hacer trampas.

 

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