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1760 23 Enero 2015

 

 

MALDITOS HIPSTERS
Los que no se aguantan
Luis Valdez

 

Monterrey.- Nuestro mundo es una competencia de victimización. Nos gusta estar del lado de las víctimas, pero no ser víctimas. La venganza, el desquite, mueve la balanza de a quién hay que arropar, porque jugamos a benefactores, pero siendo víctimas de campaña mediática.

Ay, sí, pobrecitos de los islámicos, mira cómo se burlan del amor a su dios. ¿Por qué tanta falta de respeto de los franceses? Si saben lo que se tiene prohibido, ¿por qué no respetan? Y como dice Houellebecq…  ¿qué culpa tiene el pueblo islámico de que esté tan resentido? Entendemos que a sus cincuenta años siga siendo enfant terrible de las letras francesas (y que sus novelas Ampliación del campo de batalla y Las partículas elementales, sean geniales) pero, ¿por qué tanto odio?

Y va el desquite, extremo o blando, según el criterio de cada grupo (fundamentalista): una balacera en el interior de las oficinas de la revista Charlie Hebdo. Un policía escolta muerto, dos visitantes de un festival cultural muertos, empleados y caricaturistas muertos; y a la salida, un policía que pasa, primero herido en una pierna y luego con un disparo hecho a pocos centímetros de su cabeza… Muerto.

Ahora las cosas cambian.

¡Malditos terroristas! ¿Acaso ellos no tienen familias e hijos? ¡Fanáticos seguidores de Mahoma, lectores de ese libro Corán! ¡Explotadores de mujeres que no las dejan salir a la calle si no es con el rostro tapado y que no muestren ni un cabello, porque con el brillo de un solo cabello pueden hipnotizar a un hombre y, si se llega al punto de la violación sexual, la culpa es de la mujer, por dejar que se viera un cabello!

Pobres caricaturistas, qué digo caricaturistas, ¡artistas! Pobres víctimas, hay que hacer una marcha de protesta, para pedir paz, ¿por qué no se aguantan? ¿No saben lo que es el humor? ¿No saben lo que es la libertad de opinión? ¿Y Houellebecq? ¿Dónde está nuestro grandioso Houellebec, nuestra última portada antes de la tragedia, descubierto como la reencarnación de Mahoma? ¿Que suspendió la promoción de su nuevo libro? ¿Que se fue de París?

Por supuesto que se fue de París. Porque si hay algo que repudia la gente con criterio (y vaya que Huellebecq lo tiene) es ser perseguido por las farolas mediáticas. Sería ruin, nauseabundo, aprovechar esto (no todos juguetean engolosinados a ser Bret Easton Ellis o Norman Mailer, o en el caso hispano, Mario Vargas Llosa) para aparecer en todos los programas de moda de radio y tv.

Houellebecq, que escribe tanto sobre el absurdo de la vida, sabe que es absurdo seguirle la corriente a la victimización.

Las marchas también son un síntoma de cuando el humanismo se pone de moda. Presidentes se autoinvitan a marchas (sobre todo en París, donde ha de ser bien bonito participar en una), y en la noche, a beber buen vino francés a la salud de las víctimas del momento y de la conciencia social.

Los que no se aguantan, desde un principio entraron al juego del “se quiere llevar”. Sólo que apostaron y perdieron y ahora ¡no se aguantan! Disparan y argumentan, “él dibujó primero”, entran a un taller literario y para lucirse con la más bonita, hacen garras los textos de los demás, pero cuando leen su poema estúpido (escrito para impresionar a la chavita y al coordinador de taller) se los desmenuzan demasiado y se pone a discutir porque ¡no se aguanta!; a alguien se le ocurre tomar la franquicia de una editorial artesanal pero ¡no se aguanta! la opinión de alguien a quien no le gustan y terminan a los golpes.

En estos tiempos donde la victimización está de moda, los fundamentalistas no son sólo los que se aplican a su religión, sino también los políticos de derecha y de izquierda, los editores, los artistas, etcétera. A sabiendas de que si les va mal en la ruleta rusa, la victimización sirve para que les arrope la cuestión mediática (pobres miserables pobres) y los que alcanzan a darse cuenta de la manipulación que ya está por todos lados (como en La hoguera de las vanidades, de Tom Wolfe), mejor se salen del tablero.

 

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