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1762 27 Enero 2015

 

 

Asilo y violencia en la frontera
Samuel Schmidt

 

Ciudad de México.- Juan Frayre recién recibió asilo político en Estados Unidos; él es hijo de Maricela Escobedo, uno de los casos icónicos de asesinato en México, porque la mataron en la puerta del Palacio de Gobierno en Chihuahua.

Ella tuvo que convertirse en investigadora policíaca frente a la inacción de la policía en dos Estados, entregó al asesino de su hija, pero entregó su vida, cuando su activismo se volvió molesto y atrajo una atención que no le gustó a los criminales.

La corte de migración estadounidense ha aceptado la tesis de la pertenencia familiar como grupo en peligro y que el estado falla en proteger y por eso le dio la protección a Frayre. Este fenómeno que lleva ya varios años, consiste en que los miembros del crimen autorizado se lanzan contra familias completas aunque éstas no son criminales. El crimen autorizado consiste en la asociación entre funcionarios del Estado (policías, jueces, militares, funcionarios) con los criminales.

Así como los Frayre Escobedo hay unas 40 familias en El Paso, Texas con alrededor de 200 miembros que se han organizado en Mexicanos en Exilio. Algunos huyeron al no cumplir con la extorsión criminal y ver asesinados a sus familiares, otros sufrieron la desaparición de sus familiares cuando los miembros del crimen autorizado buscaban a algún miembro de la familia, al parecer involucrado en actividades ilegales. Otros huyeron al ser perseguidos por el ejército o haber sido agredidos por policías. El caso de una de esas familias ya ha sido atendido en la Corte Interamericana de Derechos Humanos y una segunda demanda ante la corte está en camino. El gobierno mexicano intentó descalificar a ese grupo por encontrarse en el extranjero, pero como bien lo dijo un miembro de la corte: al tener que huir del país no han dejado de ser mexicanos.

La circunstancia peculiar que se está presentando en la frontera es que hay sicarios que cuentan con papeles para residir en Estados Unidos, delinquen en México y se cruzan de regreso al norte para contar con la inacción policíaca en Estados Unidos, ahí a final de cuentas no delinquieron; aunque en ocasiones, como denunció en su momento el periodista Charles Bowden (QEPD), las agencias de seguridad estadounidenses han tolerado a los sicarios en busca de efectos políticos o policíacos. Hay testimonios de sicarios que están acosando en ciudades fronterizas de Estados Unidos a los que huyeron para expulsarlos.

Algunos criminales cruzan indocumentados para ponerse a salvo de la justicia mexicana, es por ejemplo el caso de El Cerillo (asesino de Iguala) que al intentar llegar a Iowa para esconderse, fue detenido por carecer de papeles y deportado a México. Lo mismo se dijo en su momento de los asesinos del Cardenal Posadas, que al parecer huyeron hacia San Diego.
Se ha dado la circunstancia de sicarios que perseguidos por un cartel contrario huyen hacia Estados Unidos y llegan al extremo de solicitar asilo político, lo que afecta los casos legítimos, especialmente de aquellos que huyeron de esos mismos sicarios. En el caso del municipio de Guadalupe, en el Valle de Juárez, un número muy importante de pobladores han tenido que huir por la agresión criminal, se calcula que el 90% de la población de ese municipio ha tenido que huir, y algunos desplazados mencionan que el criminal que ha depredado a la comunidad cuenta con protección policíaca.

Un sicario fue detenido y encerrado en el campo de detención en El Paso, se acercó a solicitantes de asilo político de Guadalupe y los amenazó que al salir de ahí serán asesinados. Ese sicario está solicitando asilo político.

La política sobre el asilo de Estados Unidos maltrata a los perseguidos y está propiciando éste tipo de acoso y agresión, porque optan por encarcelar a los que llegan al puente solicitando la protección de Estados Unidos, y ahora encontramos que lo hacen por igual con ciudadanos que huyeron para salvar la vida junto con los verdugos que han asesinado a sus familiares, y que ahora vemos, amenazan a los que se pusieron a salvo. O sea que ni en manos de la migra los perseguidos están a salvo.

La tragedia sigue arrasando con comunidades en el norte del país y es importante que ambos gobiernos entiendan que se ha generado una situación perversa que atenta contra la gente de bien, contra los desplazados, que han tenido que huir, la gran mayoría perdiendo todo. Y ni siquiera así pueden estar seguros de salvar la vida.

 

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