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1767 3 Febrero 2015

 

 

Historia de una niña acosada
Eloy Garza González

 

San Pedro Garza García.- Una niña canadiense de doce años entró un día a Internet. Conoció a un niño de su edad y se hicieron amigos. Llegaron a intimar virtualmente por Facebook al punto que el niño le pidió que le mostrara los pechos por cam para tomarle unas fotografías.

Su amiguita obedeció, sin saber que el niño era en realidad un sátiro cuarentón, que la ciberacosó hasta publicar una página en Facebook con las fotografías de sus senos al aire.

Cada amigo, familiar, vecino de la niña, recibió viralmente estas fotografías: a su vez las difundieron por redes sociales. La niña saltó de ciudad en ciudad canadiense, decidida a alcoholizarse y drogarse para olvidar la humillación pública y trató de suicidarse varias veces. No lo consiguió. Luego de un par de años, la niña ya no sólo siguió sufriendo el bullying del cuarentón lujurioso, sino también de sus compañeros de escuela, de sus vecinos, de sus propios profesores y familiares.
   
Hoy la niña está muerta: se colgó en el baño de su casa. Horas antes de suicidarse, dejó un video en Youtube, con el rostro semioculto: “Estoy luchando para permanecer en este mundo, porque todo lo que me toca me deprime profundamente. Espero poder mostrar que todo mundo tiene una historia. No tengo a nadie. Necesito a alguien. Nunca podré recuperar esas fotos; estarán ahí para siempre. Me llamo Amanda Todd”.

La niña se equivocaba: nadie tiene una “historia” en el sentido moral: son los otros, los demás, quienes nos forjan una “historia” a base de enjuiciamiento y linchamientos morales. Ya muerta la niña, los políticos se pronunciaron indignados en televisión y en la prensa en contra del bullying y el acoso cibernético.

Tras una larga búsqueda, un grupo de hackers que se habían unido voluntariamente, dieron con el paradero del pedófilo treintañero: publicaron su nombre y la dirección de su domicilio (Nueva Westminster, en la provincia canadiense de Columbia Británica). Pero apenas lo atraparon, las autoridades lo dejaron libre por falta de pruebas. En cambio, las fotografías de la autopsia, con el cadáver desnudo de la niña, se volvió trending topic en redes sociales: eran ya millones los visitantes morbosos de estas fotografías en la morgue.

En México, 40 por ciento de los menores han sufrido bullying. Las cifras son exorbitantes. Peor que en Canadá. 50 por ciento de los suicidios de niños mexicanos se deben a causas parecidas. ¿Qué hacer para evitar que se repitan estos casos de bullying? Estar cerca de los hijos y conocerlos a fondo. Ponerse en su lugar antes de juzgar su comportamiento y planificar su educación (los adolescentes son más sensibles a la empatía o al rechazo social que nosotros los adultos, por eso son más receptivos al manejo de las redes sociales).

Recordemos que el cerebro de un adolescente funciona en términos neurofisiológicos diferentes al nuestro. Durante la adolescencia el sistema límbico (el asociado a la toma de riesgos) es más sensible durante la adolescencia: por eso los jóvenes son más atrevidos y audaces que los adultos.

Tomemos conciencia para denunciar oportunamente a los acosadores de redes sociales, en memoria de tantos pobres chicos y chicas como la canadiense Amanda Todd.

 

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