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1767 3 Febrero 2015

 

 

De por qué el recorte no funcionará
Samuel Schmidt

 

Ciudad de México.- El futuro nos alcanzó mucho antes de lo esperado. Eran muchas las voces que anunciaban que el tren se descarrilaría y al parecer era solamente cuestión de tiempo.

Pero el gobierno ponía oídos sordos, porque para ellos los críticos los odian en lugar de pensar que son las voces que llaman a la corrección en la acción gubernamental.

El gobierno apostó a que las reformas revertirían la tendencia de caída de la economía; la esperanza mayor recaía en la reforma energética, que traería una enorme inversión extranjera, que solita dinamizaría la economía. No había ninguna base para sostener este falso optimismo. No aceptó el secretario de Hacienda que el mal manejo del gasto público había postrado el crecimiento económico y ahora se complicaba con variables que no pueden controlar.

Finalmente, como no hay plazo que no se cumpla, el gobierno reconoció la fragilidad de la hacienda pública y anunció un recorte del gasto, asegurando demagógicamente que no impactaría al crecimiento, pues parece que siguen pensando que hay mentiras que la gente creerá. Si se puede recortar tanto dinero sin impacto económico, o la cantidad es ficticia, o hay una mentira oculta. Los rusos hablan de impacto severo con la caída del petróleo y a México solo le hará cosquillas. Ni hablar, ese es el caso de realidades distintas.

Se consideró a las causas externas de siempre que llevaron a la decisión de recortar el gasto, pero destaca que el gobierno haya excluido a una de las fuentes principales del desastre: la política fiscal y hacendaria. Los impuestos no gravan donde deben hacerlo y el gasto público se despilfarra en mantener una burocracia dorada, ineficaz y corrupta. Eso no se corregirá.

Los neoliberales creen que deben gerenciar el país siguiendo las recetas de un libro de texto, sin darse cuenta que en realidad deben gobernar; pero esto último son incapaces de hacerlo, porque es el arte de beneficiar a todos y no solamente a unos cuantos, tal y como vienen haciendo desde hace más de 30 años. En México crecen de manera paralela una riqueza ofensiva y una pobreza vergonzosa. Los libros de texto no son guía de gobierno, pero esa es una cosa que su ortodoxia no termina de aceptar.
Mientras tuvieron petróleo hasta reventar, ociosamente dejaron de pensar en modelos fiscales distintos, descansaron en la renta del petróleo que les daba para excesos y dispendios; para completar las necesidades fiscales, lo único que se les ocurría es que debían cobrar más impuestos a los causantes atados mientras enriquecían a las grandes corporaciones, y recurrieron al terrorismo fiscal para someter a los pequeños empresarios que tenían que lidiar con la corrupción creciente de una burocracia voraz. La meta de la Secretaría de Hacienda es poder auditar más empresas que Chile y buscan que los patrones paguen por el proceso. Por eso quieren que se les entreguen las contabilidades electrónicas.

Estos neoliberales nunca tuvieron en mente la necesidad de tener un mercado dinámico que contribuyera para alimentar la hacienda pública, parecen no haber entendido que una economía fuerte implica finanzas públicas fuertes, solamente les interesan bases impositivas fuertes para sostener un sistema asistencialista que les permita mantenerse en el poder, y con esto enriquecerse ellos y a sus patrones.

Pero el mundo no funciona en base al libro de texto, y por eso se desconcertaron cuando se derrumbó el precio del petróleo y se les descompuso el esquema, y no supieron que hacer, así que de nuevo al libro y ahora se meten a las políticas de austeridad que no funcionan en ningún lado: ahí está Grecia como prueba del límite al que esta dispuesta a llegar la sociedad en el sufrimiento económico, mientras la oligarquía pone a buen recaudo su riqueza; la sociedad reacciona quitando de en medio a los que no resuelven los problemas creados por ellos mismos, y si ese ejemplo no les basta, deben voltear hacia España donde la gente ya levanta la voz contra ese tipo de política económica, preparándose para hacer un gran reemplazo en el poder político.

Los neoliberales no saben estudiar a la realidad, y por eso no entienden lo que sucede, no entienden que la carencia de oportunidad lanza a la sociedad hacia el exterior, a la economía subterránea y crea un clima propicio para el crimen, mientras que sacrifica el futuro.

Es hora de cambiar el modelo, de experimentar con las políticas que le producen bienestar a muchos, y dejar de servir a la oligarquía; es hora de llevar la democracia al ejercicio de gobierno y privilegiadamente al terreno fiscal.

 

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