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1770 6 Febrero 2015

 

 

Elizondo y la confianza del vaquero
Eloy Garza González

 

San Pedro Garza García.- La mejor radiografía del político que renuncia a su partido para afiliarse a otro de segunda fila está en la película  “Érase una vez en el Oeste”: Henry Fonda le dispara a un miembro de su banda porque usaba los boxers sujetos con tirantes: “¿Cómo puedo confiar en un tipo que no le tiene confianza ni a sus propios calzoncillos?”



El político que decide afiliarse a un partido de segunda fila, en vez de buscar la candidatura ciudadana, demuestra tener poca confianza en sí mismo. Y el buen político debe asegurarse que no se le caiga la confianza en sí mismo, así como el buen vaquero debe asegurarse que sus calzoncillos no se le caigan al piso.



Elizondo nos ha dado muestras de muchas cosas favorables, menos de suficiente audacia. Aspirar a ser candidato por la vía ciudadana es una osadía que, a pesar de sus muchos defectos, se le reconoce a Jaime Rodríguez. En cambio, buscar la candidatura mediante unas siglas tan desdibujadas es instalarse en la zona de confort.

Y los hombres con exceso de prudencia son como esos que cuando les entran ganas de orinar bajo la regadera, se salen a hacerlo en la taza del baño.

Ahora bien, las actuales campañas en Nuevo León serán tan impredecibles como las tómbolas: “nunca sabes qué te tocará”. Claro, si Elizondo ganara las elecciones sí sabríamos qué nos tocaría como gobernador. Y no lo haría mal: es una persona prudente. Su defecto como candidato sería su principal virtud como gobernante. Además, es un hombre con los pies en la tierra.

A la gente nos dan tranquilidad los políticos centrados. Obama se ganó su fama de ecuánime –aunque también de mandilón– cuando contó, siendo senador, una anécdota personal. Un día salió muy temprano de casa a dar un discurso ante la convención demócrata y Michelle, su esposa, le hizo un encargo: “de pasada me compras insecticida, porque ví hormigas en el lavabo”. Al regresar a su casa, en la noche, la mujer de Obama no le peguntó por su discurso, sino por el mandado: “¿Me trajiste el insecticida?”

Si Elizondo gana las próximas elecciones de Nuevo León, no será gracias a su talento como candidato, sino a que los otros –u otras– se revelarán como pésimos políticos. Eso sí, Elizondo está muy lejos del carisma que tienen los buenos candidatos.

Elizondo no podría responder ante la prensa con esa gracia que tienen los nacidos con estrella. En cierta ocasión, a Ronald Reagan le criticaron públicamente su hábito de levantarse por las mañanas para leer, antes que nada, la sección deportiva de los diarios: “Falso –respondió– me ofende profundamente esta calumnia. En realidad, lo primero que leo en los periódicos son las tiras cómicas”.

 

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