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1803 25 Marzo 2015

 

 

La vida en solitario
Eloy Garza González

 

San Pedro Garza García.- Vivir sin compañía –que no aislado– puede ser grato, pese a que rondan los detractores de esa costumbre insólita. Pero en algunos de estos solitarios falta el afecto íntimo que sólo trasmite el cuerpo de otra persona y que ningún usuario de red social compensa.

Estos solitarios no viven liberados sino resignados; añoran pulsar el cuerpo cálido, la mano compartida, la voluntad mutua de soledades juntas. En ellos, vivir es parte del reacomodo improvisado antes que una decisión libre y bien asumida.

Ahora son comunes los matrimonios separados –él en su casa, ella en la suya– pero en el fondo, ¿no es evitar el compromiso del roce, resistirse a la entrega uno al otro como pareja?, ¿levantar una pared invisible, protectora y aséptica? Depende el caso. Si cada cabeza es un mundo, cada pareja es un sistema solar, y hace girar sus planetas íntimos a su modo.

Muchas personas viven solas y no les molesta su condición solitaria. Una amiga vive sola y se dedica a leer a Paulo Coelho. Otra sale a correr al parque. Otra vive sola pero comparte horas nocturnas con parejas olvidables de cama. Otra sufre una depresión que es como una sombra azul que se le escapa rastreando las esquinas.

Ciertos solitarios sin vocación se desmoronan como castillo de naipes y concluyen entonando un mantra: “Es que ya no soy el mismo de antes”. ¡Pero uno siempre ha sido el mismo de siempre aunque en diferentes empaques y envases! Lo que pasa es que la soledad es deporte extremo. Y firma uno la cláusula de asumir consecuencias.  

Una amiga se confesó conmigo recientemente: “Vivo sola. Malgasté mis mejores años. No le pido a Dios más tiempo. Doy mi vida por servida. Punto final. Se marcharon mis hijos, no tengo pareja. Soy ave nocturna. Mis días comienzan a las tres de la tarde. A partir de hoy gozaré mi libertad”.

Pero, ¿qué significa gozar la libertad? Quizá para mi amiga, no cargar nada: ni bolsa, ni compromisos, ni pareja, ni pendientes, ni futuro cierto. Ni siquiera lápiz labial. Vivir su vida sin molestar a nadie. Para ella es ganancia. Para sus amigos también.

 

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