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1803 25 Marzo 2015

 

 

El desgrane del PRD
Samuel Schmidt

 

Ciudad de México.- La aplanadora puede funcionar en algunas circunstancias con diversos efectos. Bien aplicada, consolida la posición de un cierto grupo que de esa manera puede satisfacer sus intereses sin un impacto institucional mayor.

Para esto debe hacerse siempre teniendo en mente la promoción de intereses superiores, sin subordinar el interés general al del grupo en cuestión; pero si la circunstancia no es propicia, puede generarse un impacto institucional que genere consecuencias indeseadas que muchas veces son negativas, también en este sentido los impactos son diferenciados, puede haber consecuencias inesperadas que lleguen inclusive a lo catastrófico.

El caso del Partido de la Revolución Democrática (PRD) es importante porque representa una opción de equilibrio sistémico, además que supuestamente implicaba la visión de la izquierda recompuesta después de un largo proceso de atomización.

Pero la izquierda parece estar condenada a las divisiones y la salida de diversos actores ha generado opciones políticas alternativas, como el surgimiento del Movimiento de Renovación Nacional (Morena).

En el PRD hubo reacciones encontradas ante el surgimiento de Morena. Se pensaba que ambos partidos pelearían por la misma clientela electoral, aunque esta clientela incluye a grupos englobados en el corporativismo priista, con lo cual, un número mayor de partidos se pelea la representación del mismo segmento de la población.

Inicialmente hubo pavor de que se generara una desbandada hacia ese movimiento en virtud del liderazgo de Andrés Manuel López Obrador (Amlo); posteriormente se generó cautela pensando que si el PRD se reforzaba, lo que implicaba unidad partidista, mostraría que la opción de Amlo sería marginal; esto respondió en parte al fracaso de ciertos acercamientos entre los amlistas en el PRD y Amlo; este último, tal vez quería dar el mensaje de querer poner distancia entre la imagen desgastada del PRD, para crear la impresión de que se generaba una nueva visión de la política y especialmente de la izquierda. Él por su parte empezó a usar un discurso distinto que no coincidía con el del PRD.

Cuando los amlistas decidieron dar la pelea en el PRD, otros grupos generaron un cierto optimismo, porque pensaron que se presentaba una fractura política en el amlismo, o sea que en el PRD se quedaban algunos de los operadores políticos que generaban votos, por ejemplo, el profesor Bejarano, líder de Izquierda Democrática Nacional, que era una de las corrientes importantes dentro del PRD.

Pero entonces vino la aplanadora, un grupo importante dentro del partido aplastó a los amlistas y empezó a generar efectos que los perredistas pensaban eran inesperados e inclusive superados; las circunstancias de las divisiones endémicas de la izquierda, al parecer se habían superado, pero resulta que no era así, solamente que ahora las discrepancias se debían a competencias personales y a visiones políticas que definían acercamientos al gobierno, cuestión muy distinta a las viejas divisiones de la izquierda que eran ideológicas.

El grupo que se apoderó de las instancias de dirección del partido, gracias en parte al uso de los recursos del partido, decidió aplastar a las demás corrientes, desplazó a algunas de ellas y rompió con el viejo reparto de cuotas a que estaban acostumbrados los perredistas. El problema no era de congruencia política o de una construcción política superior, sino de egoísmo puro y duro. Esto ha causado un desgrane constante dentro del partido que va regando cuadros políticos.

Son varias las opciones que se han presentado para “cachar” a los que abandonan al PRD, entre las que destaca Movimiento Ciudadano, un partido político marcado por el oportunismo y que se ve en peligro de perder el registro. Morena se ha cuidado de no convertirse en esa opción, tal vez para dar una impresión de frescura y renovación dentro de la izquierda, o porque quiere un viaje político no marcado por los vicios de esa izquierda; aunque finalmente, esa puerta se ha abierto poco pero se ha abierto, incluyendo políticos con reputaciones dudosas, lo que sin duda afecta el mensaje de Amlo.

Mucho se dice sobre la necesidad de la existencia de una izquierda moderna (cualquier cosa que esto sea), pero lo que le sucede al PRD es sintomático de la condición de los partidos políticos en México; por eso se requiere de una configuración partidista que dé una muestra de honestidad y renovación. Políticos que se entreguen a una causa y no a la satisfacción de sus apetitos y que se alejen con energía de los manejos facciosos. Este camino no es fácil y tal vez no exista la inteligencia para llevarlo a buen puerto, lo que debe preocupar seriamente a la sociedad.

 

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