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1833 6 Mayo 2015

 

 

Poemínimos para tardes grises
Eligio Coronado

 

Monterrey.- Los textos pequeños parecen siempre haber sido sacudidos para que se les caiga la paja. Por ello es que se resuelven rápido sin perder su esencia.

Y si, además, se les agrega algo de ingenio, picardía, humor, ironía o sarcasmo, el impacto está asegurado.

Eso es lo que ha hecho Mónica Carrillo en su volumen Poemínimos para pequeñas tardes grises*. En este conjunto de poemas amorosos y eróticos, principalmente, nos contagia de inmediato con la irreverencia de su frescura (irreverencia, porque la frescura no se presenta en todos los escritores ni en todos los textos que publican, desafortunadamente).

Un texto fresco es aquel que se siente natural, que no parece cocinado con recetas ajenas, copiadas o plagiadas. Y eso es lo que ofrecen estos textos carrillanos: “Pese a todos los remedios / a todas las precauciones / que tomé / quedo preñada de tu ausencia” (p. 22), “Hoy por la mañana / volví al espejo / Me vio / nos vimos / Y volvimos a enamorarnos” (p. 28), “Tan / a flor de piel estoy / que puedo encenderme / con el simple hecho / de que introduzcas / tu llave” (p. 9).

Además de la frescura, otro requisito de los textos literarios es que sean claros y fluidos. La claridad aquí es evidente: no hay otra pretensión que comunicar la idea de la forma más desnuda posible, sin digresiones ni espesura de palabras.

En cuanto a la fluidez, ésta puede ser asunto del ritmo o de no tropezarse con las palabras. ¿Puede alguien tropezarse al leer estas disfrutables líneas?: “Es un agasajo / un tremendo regocijo / el saber / que esta cama / no tiene tiempo libre” (p. 7), “Créeme / no es por mí / que te lo pido / pero si no regresas / la casa morirá de tristeza” (p. 25), “Cumple tu palabra / de amarme para siempre / Te dije / Entonces desperté / y te habías marchado” (p. 18).

Poemínimos para pequeñas tardes grises demuestra que los textos pequeños también pueden ser grandes, pues la calidad no depende del tamaño, sino del talento invertido en su proceso. Sobra decir que hay textos llenos de palabras, pero vacíos de ideas. Y eso es porque sus autores no supieron cuándo detenerse.

Mónica Carrillo, en cambio, sí sabe cuándo detenerse. Y lo hace justamente cuando el texto alcanza su plenitud, cuando ya todo está dicho y todo lo que se le agrega después es lastre: “No es que esté / enamórandome de ti / es que / simplemente, / no tengo / otra cosa / en la cabeza / desde el día que me besaste” (p. 5), “Puedo soportar la infidelidad / el descuido, el desamparo / pero me resulta / intolerable / saber que no soy yo / quien habita en tus sueños” (p. 17), “Si algún día encuentras a ése que me amó / no olvides avisarme” (p. 20).

 

* Mónica Carrillo. Poemínimos para pequeñas tardes grises. Monterrey, N.L.: Edit. Poetazos, 2014. 30 pp. (Serie de Colores). (Libro de bolsillo: 10.5 x 7 cms.)

 

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