DISPARATES
Moros y cristianos
Armando Hugo Ortiz

 

Monterrey.- “Nuestro país se ve acosado nuevamente por circunstancias que no merece debido a apátridas, como personas desadaptadas, sin escrúpulos ni conciencia ética, que con sus viles acciones lastiman a los compatriotas”.

Esta filípica bien pudo pronunciarla Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, denunciando las conjuras de empresarios y políticos corruptos.

Nones, la declaró ayer 5 de mayo en México, el general Salvador Cienfuegos, Secretario de la Defensa Nacional, durante la  Jura de Bandera; por supuesto no se refirió a empresarios ni políticos corruptos; sino a los delincuentes que asestaron duro golpe contra las Fuerzas Armadas el 1 de mayo.

En su origen, el Servicio Militar implicaba preparación y entrenamiento en armas de fuego a los jóvenes de 18 años, en algunos casos acuartelados. Con el tiempo se lenificó. Hoy los conscriptos se dedican los sábados  a campañas ecológicas: pintar bardas de escuelas, eliminar maleza, recoger desechos de plástico.

Sin embargo, persistió el rito del Juramento el 5 de mayo, fecha en que el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, hoy Peña Nieto, admira tablas gimnásticas y simulacros bélicos. Incluye el guaraguara del militar en turno, y el tema de ocasión.

Este año fue el derribe del helicóptero en Jalisco. El paso del tiempo ubicará este acontecimiento como un relato del maestro de la farsa, Jorge Ibargüengoitia. En el primer momento se habló de tres soldados muertos, varios heridos y tres desaparecidos. Se rindió homenaje de cuerpo presente a los tres fallecidos, mientras seguía la búsqueda de los extraviados. Una vertiginosa prueba de ADN determinó que también habían muerto en combate. ¿Y el homenaje?

“Somos más los buenos que los malos”, sentenció mi general Cienfuegos: la poesía apunta: Vinieron los sarracenos/y nos molieron a palos/que Dios ayuda a los malos/cuando son más que los buenos.