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1833 6 Mayo 2015

 

 

Caras del capitalismo
Samuel Schmidt

 

Ciudad de México.- No hay duda que el capitalismo tiene muchas caras. Uno de los problemas de ahorro de agua en California consiste en que hay gente que dice que tiene lo suficiente para pagar el agua.

Y por eso el incentivo de elevar los costos de la misma, no sirve para forzarlos a ahorrar.

La ciudad emblemática es Beverly Hills, que cuenta con grandes mansiones, que seguramente tienen albercas y grandes jardines. El tipo de paisaje que los ricos y famosos gustan de observar cotidianamente y cuyos ingresos no resienten el golpe del aumento del costo del agua. Esto es muy injusto porque los más pobres, como siempre, resultan con un acceso limitado a un recurso fundamental, en comparación con los que tienen más recursos.

El gobernador de California, frente a la sequía prolongada en el Estado, ha decretado que sin importar si se puede pagar o no, las ciudades tienen que ahorrar agua; a Beverly Hills le toca reducir su consumo en 35 por ciento. O sea que se introdujo en la ecuación un elemento de igualdad y justicia, algo lejano al espíritu del capitalismo estadounidense, aunque todavía falta ver si en esa ciudad se atreven a violentar la acción gubernamental pagando multas a cambio de no limitar el uso del agua. Eso sí, el gobernador no se atrevió a tocar a las empresas que utilizan una cantidad enorme de agua para extraer petróleo por medio del fracking; o sea, la fractura en el subsuelo donde se inyecta agua con químicos, cuya composición se oculta, para que no sepamos el daño que producen, aunque podemos esperar que aumente el número de terremotos y otros desajustes en la naturaleza; pero tampoco está el gobernador como para afectar a los dueños de las grandes fortunas y que hacen generosos donativos políticos. Ni la igualdad ni la justicia llegan a tanto, porque sigue habiendo clases sociales.

Hay un factor adicional que las autoridades del agua deciden ignorar a favor del discurso de la escasez, y es que en el análisis de la sequía no entra el agua subterránea, no obstante que en Estados Unidos, el 75 por ciento de la población se abastece de esa agua.

El problema con hacer un análisis correcto del agua, conlleva el riesgo de que se caiga el argumento de su escasez y pierdan la posibilidad de vendernos agua con un 5 mil por ciento de ganancia y eso sí es anti capitalista. La privatización del agua, funciona a favor de unos muy pocos, mientras que los demás debemos pagar y muy caro.

El otro lado de la moneda está en la capital de Texas, la Ciudad de Austin, que sin mucho riesgo podría llamarse ciudad Dell. Ahí esta asentada esa empresa de cómputo, lo que implica empleos e impuestos para la ciudad, pero lo que se nota por todos lados es la filantropía del dueño cuyo apellido llevan las computadoras.

Este señor dona templos, hospitales y por medio de su fundación, dinero para proyectos cuyos destinatarios son las niñas y niños. Esto no quiere decir que las prácticas empresariales sean correctas, simplemente que una parte de las enormes ganancias se destinan a beneficiar a la sociedad.

Dell no es una excepción, muchas empresas antes que ellos lo hicieron y por eso la filantropía es muy fuerte en Estados Unidos. Algunos sostienen que las grandes empresas prefieren devolverle a la sociedad algo del dinero que ganan y que optan por ese camino en lugar de entregárselo al gobierno, el que debería usar los recursos para corregir los desajustes producidos por el capitalismo. El gobierno por su parte les permite ese tipo de acción social, porque a final de cuentas la sociedad se beneficia, y las fundaciones logran impactar socialmente mucho mejor de lo que lo hace el gobierno. Para algunas cosas la sociedad civil es más eficiente que el gobierno, como por ejemplo para ayudarse a sí misma, relevando al gobierno de cumplir con una parte importante de su responsabilidad, tesis que refuerza la ilusión óptica de que el gobierno no es requerido, aunque los que abogan por esta tesis son los que tratan de evitar la regulación que evita que puedan depredar al ambiente y a la sociedad.

Esa es la combinación con la que convive el capitalismo, grandes intereses con filantropía, empresas y empresarios que buscan devolver un poco lo mucho que se llevan, muchos tratan de presentar una cara amable para corregir la imagen de depredación ambiental, social, política que realizan por medio de sus actividades, beneficiando a aquellos que perjudican con sus actividades económicas.

¿Gran engaño?, “¿cargo de conciencia?”, “¿ética capitalista?”. Tal vez, usted saque su propia conclusión.

 

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