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1833 6 Mayo 2015

 

 

Zorros, erizos y los cuartuchos de mi abuelo
Eloy Garza González

 

San Pedro Garza García.- En los años cincuenta, mi abuelo Erasmo Garza regenteaba un hotel en ciudad Mier, Tamaulipas. En realidad eran unos cuartuchos de medio pelo, pero a él se le llenaba la boca denominándolo “hotel”.

En el vestíbulo de tierra estaba el restaurante. En realidad eran dos mesas de madera mal cortada, pero a él se le llenaba la boca definiéndolo como “restaurante”. 

Mi abuelo, que era pobre y sin estudios, regenteaba a duras penas el hotel. No sabía de protocolos ni códigos de hospedaje; administraba los cuartuchos a trancas y barrancas y como tampoco sabía cocinar, su menú era muy breve. En realidad era una hoja escrita a mano que decía: “Hay lo que hay más lo que traiga”. Pero a él se le llenaba la boca refiriéndose a la hojita pinchurrienta como “el menú del restaurante del hotel”.

Sin embargo, mi abuelo siempre tuvo los cuartos rentados: no se le peló ni un solo cliente durante el tiempo que dedicó al noble oficio de la hostelería. Tan cierto es, que cuando mi abuelo murió de una tuberculosis mal cuidada, el hotel se vino abajo (lo cual es un decir porque nunca fue un hotel y menos estuvo arriba de nada).

No sé por qué, pero cada vez que veo a ciertos políticos de la nueva camada, su comportamiento me trae a la memoria (malamente), a mi abuelo Erasmo. No saben de protocolos, ni de códigos políticos; no saben “cocinar” una iniciativa de ley, ni cabildear, ni negociar nada. Desconocen cómo se diseña una política pública o cómo se urde la planeación urbana. Pero ahí están, muy orondos ellos, como alcaldes y gobernadores.

La respuesta quizá está en aquella división que hizo un sabio llamado Isaiah Berlin entre zorros y erizos. “el zorro sabe muchas cosas; el erizo sólo una, pero la sabe muy bien”. Los políticos de la vieja escuela son como el zorro: saben de protocolos partidistas, de códigos políticos, saben cabildear, negociar, diseñar políticas públicas y planes de desarrollo urbano. Los nuevos políticos, en cambio, como el erizo, sólo saben una cosa, pero la saben muy bien: picar. O lo que es lo mismo, agandallar cargos públicos. O llenar de clientes los cuartuchos de su hotel.

Mientras los políticos de la vieja escuela cuidan las formas, los erizos van directo al grano. ¿Un ejemplo de erizo? Margarita Arellanes. Desconocía todo sobre desarrollo social pero fue delegada federal de esa dependencia en Nuevo León. No sabía nada sobre administración municipal, pero es la alcaldesa de Monterrey. El suyo es un ejemplo entre otros cientos. ¡Fuera las formas! La única ideología valedera es llegar.

Luego se sorprenden de que Margarita Arellanes no cubriera “las formas” y se ausentara del evento masivo que organizó Felipe de Jesús Cantú el sábado pasado. ¿Y por qué habría de ir si su estilo es la del erizo? ¿Y por qué habría de preocuparse Felipe (un político-zorro), de que no estuviera con él Margarita Arellanes? En otras palabras, debería darle las gracias en vez de mortificarse.  

El problema es que algunos medios masivos también están curtidos a la vieja usanza política: ¿de verdad perjudica a Felipe de Jesús que Margarita no fuera a su evento masivo? ¿De verdad lo benefició que estuviera en el estrado con él, Guillermo Padrés, el controvertido gobernador de Sonora? ¿Qué pasaría si Ivonne Álvarez fuera zorro, no erizo, y hubiera acatado el típico protocolo priista de que el gobernador Medina y su señor padre la “arroparan” en algún evento popular? Pero si bien Ivonne no conoce muchas cosas, sabe sólo una y la sabe muy bien: quiere ganar.

Así que no nos asustemos de que últimamente los erizos les estén ganando la partida a los zorros. O como dice uno de los personajes de la más reciente y excepcional novela de Umberto Eco, Número cero: “Si quieres ganar tienes que saber una sola cosa y no perder tiempo en sabértelas todas”. ¿Esto es bueno o malo? No lo sé, pero responderé como mi abuelo: “Hay lo que hay, más lo que traiga”.

Seguramente mi abuelo Erasmo (un hombre decente), estaría muy enojado conmigo si supiera que lo estoy comparando con los políticos de la nueva camada, es decir, con los erizos que como él, sólo saben una cosa. Pero quizá se le quitaría el coraje si estos políticos de nuevo cuño le hubieran rentado todos sus cuartos. Y es que para mi abuelo, su única meta, su único objetivo en el mundo, era que no hubiera vacantes en su hotel, aunque se llenara con zorros y erizos por igual. Total: el precio por noche era parejo y sin distingos.

 

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