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1836 11 Mayo 2015

 

 

Terroristas de Internet
Eloy Garza González

 

San Pedro Garza García.- En épocas electorales, lo mismo en el Reino Unido que en México, proliferan en el mundo virtual los llamados crackers, destructores de cualquier sistema de seguridad y amantes de sembrar el caos nada creativo en las redes sociales.

Lo peor es que se creen redentores de una verdad metafísica o de una justicia etérea, que ni siquiera ellos mismos conocen.

Quien trate más a fondo a estos “iluminados” fuera de Internet (donde sin duda se encuentran más vulnerables, disminuidos y menos a sus anchas), entenderá la certeza demente de sus operaciones digitales, que se mantienen cobardemente en el anonimato.

Vladimir Ilich Lenin inició una revolución sentado en una mesa de hostal, tomando cerveza. Los crackers, en cambio, pretenden acabar con Internet civilizado, solapados en sus escondites, con equipo informático de medio pelo y antenas para escanear frecuencias, ansiosos por encabezar el próximo ciberataque de denegación de servicio (DDOS), hasta tumbar sitios web y hackear cuentas privadas.

¿Cómo lo hacen? Basta usar el software adecuado para enlazar computadoras desde cualquier cibercafé para orquestar un ataque DDOS. Si además se cuenta con hackers amigos que respalden la acción mediante una convocatoria abierta en foros de Red, el éxito está más que asegurado.

El plan de los crakers consiste en destruir Internet hasta la médula, cargando además con los sitios web y con cualquier otra página del mundo digital. Más que militantes anarquistas, son terroristas cibernéticos, parecidos a esos que Albert Camus imaginó sembrando bombas en los carruajes, en su obra de teatro, irónicamente titulada “Los Justos”.

WikiLeaks y su creador Julian Assange son perseguidos políticos; el soldado Breadley E. Manning, que filtró el video del ejercito de EUA asesinando civiles a mansalva en Irak, es un preso de conciencia; los cuatro dueños de The Pirate Bay el motor de búsqueda suizo, injustamente condenados a un año de prisión por oponerse al copyright, son ciudadanos con sus derechos humanos claramente violados.

Pero los crakes que tumban sitios web por puro gusto o por venganza contra agravios imaginarios no tienen nada que ver con ellos. Son delincuentes comunes y corrientes; “justos” que no merecen más que conmiseración por su destructividad anárquica.

 

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