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1878 8 Julio 2015

 

 

Los pata de perro
Eligio Coronado

 

Monterrey.- En San Jorge bendito*, Eugenia Elizondo (Monterrey, N.L., 1969) reúne peticiones poéticas para combatir diversas plagas caseras y poemas sociales sobre oficios y oficiantes callejeros.

“Los pata de perro” es la sección que incluye textos sobre payasitos, limosneros, Marías, tragafuegos, indigentes, malabaristas, veladores, boleros, limpiaparabrisas, chicleras, dulceros de maíz crujiente y vendedoras de flores, anillos de fantasía y paletas de bombones.

Para los economistas, todos ellos ejercen suboficios propios de la economía subterránea y allí concluye su labor, en la mera clasificación. Pero para estos mexicanos del Tercer Mundo, todos los días hay que sobrevivir como sea, sin esperar nada de su gobierno, excepto teoría económica y persecución fiscal.
Eugenia Elizondo es clara y directa: “En la calle yo veo a mi hermano / cómo lucha      cómo sufre      cómo sueña / cómo vive la gente de la calle” (p. 18).
Sus trazos van al punto: “Jacinto (…) / (…) vive en la acera / su cama es de asfalto / de periódicos antiguos su cobija” (p. 19) y sus personajes tienen sueños: “Él quiere ser malabarista / y lanza al aire / con rapidez mágica / tres esferas que bailan” (p. 20).

¿Habrá un futuro para ellos? ¿Estarán en la mira de algún programa gubernamental? ¿De ésos en los que se gastan millones para publicitarlos?
Por ahora no cuentan ni con la ayuda de los padres de la patria: “José María Morelos / y Miguel Hidalgo / no son los Padres de la Patria / son sólo dos calles que cruzan la esquina / donde Nelly vende chicles de menta / (…) Hidalgo y Morelos / no le han dado Independencia / a la vendedora de chicles” (p. 27).

El sarcasmo enfatiza la difícil situación de quienes, a pesar de los pesares, son capaces de producir poesía: “Al calzado yo le pongo brillo / para (…) / que alumbren los caminos / de los que aún vamos descalzos” (p. 23).
¿Quién se solidariza con ellos? A veces ni ellos mismos, temerosos de caer en la telaraña burocrática de la policía: “Allá enfrente fueron los balazos / yo los oí      me retumbaron en el pecho / y vi cuando el muchacho murió… / A mí no me corresponde / el joven murió allá” (p. 22).

Es aterrador saber que los tentáculos de la demagogia política siempre los alcanzará, pero sólo para convertirlos en discursos.

 

* Eugenia Elizondo. “Los pata de perro” en San Jorge bendito*. Monterrey, N.L.: Editorial Poetazos, 2014. 30 pp. (Serie: ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!). (Libro de bolsillo: 10.5 x 7 cms.)

 

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