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1891 27 Julio 2015

 

 

Predicción de la muerte
Eloy Garza González

 

San Pedro Garza García.- Hay una diferencia entre estudiar el genotipo de una persona y obtener la secuenciación de su ADN.

Este último proceso sigue siendo muy complejo y fuera del alcance del común de los mortales. El célebre Proyecto Genoma Humano tardó más de 10 años en secuenciar el ADN de unas cuantas personas, y su comercialización a escala masiva sigue siendo un servicio caro y complejo.

Lo que sí está al alcance de muchos de nosotros es el análisis de nuestro genotipo. Casi cualquier médico está en condiciones de conocer el gen que codifica la enfermedad que se le manifestará a sus pacientes en el futuro, a fin de modificar con antelación sus hábitos, patrones de conducta e incluso que comience los tratamientos preventivos.

El problema es que cuando se vuelvan comunes en México este tipo de estudios del genotipo de una persona –y eso será en los próximos dos o tres años– las empresas que contratan personal o los seguros médicos comenzarán a poner mil y un trabas en razón de las posibles enfermedades que padecerán tarde o temprano sus empleados o sus clientes potenciales.

En EUA, la legislación protege a los ciudadanos contra la posible discriminación en función de su información genética en lo relacionado a seguros de gastos médicos y de empleo. Pero en Nuevo León las cosas son muy distintas: aquí somos vulnerables a la discriminación de empresas y agencias de seguros porque, como pasa en todo México, el conocimiento es una herramienta que se usa frecuentemente para afectar a los ciudadanos y no para beneficiarlos.  

Ahora bien, ¿cuánta información médica toleraría usted para vivir consiente de que se le manifestará un cáncer o una insuficiencia renal inesperada en los próximos diez o veinte años, según lo determine el análisis de su genoma? ¿Tendrá la serenidad suficiente como para vivir con un mal que se le incubará en su interior hasta el día en que le aflore como aviso premonitorio de la muerte?

Desde luego, la salud personal no está regida por el determinismo sino por factores de riesgo o de predisposición. Pero el resultado a grandes rasgos será el mismo: es el dilema de vivir en la sana ignorancia de nuestro futuro o caer en la irresistible tentación de predecir la enfermedad que nos dejará postrados al final de nuestros días.

 

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