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1892 28 Julio 2015

 

 

Tu hijo es más creativo que tú
Eloy Garza González

 

San Pedro Garza García.- Para documentar nuestro optimismo: el futuro es más prometedor que nunca. ¿Por qué? El ser humano se siente bien cuando participa socialmente. El solitario es una excepción, una anomalía.

Aunque ciertos oficios como el escritor, el artista, el programador, necesitan aislarse para crear, no cortan los puentes con los demás: se apartan para mejor integrarse y formar parte de su entorno social. Las personas participan en sociedad porque quieren ser y no nada más existir.

Contra la opinión de los tecnófobos –aquellos que odian las tecnologías– nunca habíamos experimentado tantas posibilidades de intervenir en comunidad. Los niños de cinco años ponen like a un video animado de YouTube, dicen me gusta, eligen sus apps de entretenimiento en un smartphone. La falacia “¿vives o tienes página en Facebook?” cae por su propio peso.

Desde luego, sería muy bueno que la participación en redes sociales se encauzara principalmente a asuntos políticos, científicos, educativos: ese sería el mundo ideal. Pero la oportunidad del ágora virtual no existía en nuestra infancia, es parte del ADN de las actuales generaciones; esas que tanto condenamos por perder el tiempo en videojuegos o por diseñar un meme que ya quisiéramos hacerlo nosotros. Sin embargo, su capacidad motriz, psicológica, se ha desarrollado mejor que la nuestra. Son dueños de más destrezas y habilidades varias.

Un joven menor de 18 años ha escrito más palabras y juntado más oraciones que muchos viejos escritores profesionales; ha hecho arte –todo lo ramplón que se quiera– en cantidades industriales. Es verdad: su léxico es pobre, ¿pero es menos funcional que el de nuestros padres? Es verdad: sus imágenes no son todas admirables, pero se dan a entender con ingenio y hasta malicia. No nos engañemos: nuestros hijos hiperconectados tendrán, siendo adultos, más capacidad, más herramientas para vivir que nosotros, que no somos nativos digitales.

Los jóvenes están trabajando con herramientas más potentes que aquellas que pudo haber utilizado el ingeniero más habilidoso de Fundidora. El muchacho de hoy puede manipular cuatro o cinco aplicaciones simultáneamente, como nunca pudo hacerlo un técnico de hace décadas. El cerebro, plástico y moldeable (lo ha comprobado la neurociencia), está mejor condicionado ahora que antes para operar múltiples ámbitos al mismo tiempo.

En cualquier comparación entre nativos digitales y migrantes digitales salimos perdiendo los adultos. ¿Un ejemplo? Vean el cúmulo de barbaridades y frases que son lugares comunes de los usuarios de Facebook, en promedio, mayores de 40 años. Post religiosos que son copias de copias, evidencias de qué comimos y con quién, fotos mal enfocadas, saludos triviales: buenos días, buenas noches, Dios los bendiga, etcétera.

Vean en cambio, el muro en Facebook de un joven promedio de 20 años: videos sarcásticos, montaje de imágenes disímbolas, frases provocadoras, ponderación de lo subversivo y al mismo tiempo valoración de la privacidad de sí mismos y de su entorno inmediato. Lo dicho: el futuro es más prometedor que nunca, pero no para los convencionales adultos. Ya se sabe que la creatividad está en otra parte.

 

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