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1897 4 Agosto 2015

 

 

Más pobreza y desigualdad
Lupita Rodríguez Martínez


                                      
Monterrey.- Debido al incremento de la pobreza registrado durante los dos primeros años del gobierno de Peña Nieto, todos los sectores de nuestra sociedad están hablando del tema… menos los pobres.

Tanto los grupos del sector oficialista, de la oposición y del académico, vienen analizando y asumiendo posturas en torno a los dos millones de nuevos pobres generados entre 2012-2014, sin verdaderamente tomarse la molestia de solidarizarse con ellos y sin atender a fondo su situación.

Con dos millones más de pobres suman ahora 55.3 millones de mexicanos en situación de pobreza, quienes representan el 46.2% de una población de 119.9 millones, según los indicadores del Consejo Nacional de Evaluación de las Políticas de Desarrollo Social (Coneval).

El resultado de la Medición de la Pobreza 2014, dada a conocer por la Coneval, con base en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos en los Hogares (ENIGH) y en el Módulo Socioeconómico del INEGI, se coloca en niveles cercanos a los reportados entre 2008-2010, cuando el 46.1% vivía en condición de pobreza. Esto es lo cuestionable y preocupante.

Debemos consignar que además del 46.2% de pobres, hay 9.5% de mexicanos que viven en situación de pobreza extrema.

Aunque el número de mexicanos en extrema precariedad (que no tienen recursos ni para alimentarse) disminuyó, al pasar de 11.5 millones de personas en el 2012, a 11.4 millones en el 2014, esto significa que en los últimos dos años únicamente 100 mil habitantes, el equivalente a llenar por una vez el Estadio Azteca, salieron de esa condición precaria.

Por otra parte, la Medición de la Pobreza 2014 revela que de los hogares mexicanos 31.5 son vulnerables por carencia social, 8.5 vulnerables por ingreso y 24.6 son no pobres y no vulnerables.

En cuanto a carencia sociales de la población, 70.1 millones de personas no tienen acceso a seguridad social, con una variación de -2.4% al 2012; 28.0 sin acceso a la alimentación, con un variación de +2.3%; 25.4 sin acceso a los servicios básicos de vivienda, con una variación de +2.2%; 22.4 con rezago educativo, con un variación de -09%; 21.8 sin acceso a servicios de salud y, 14.8 sin calidad y espacios de vivienda, con una variación de -7.1%

Respecto a la pobreza por grupos, 21.4 millones son jóvenes, 8.7 millones son indígenas y 4.2 millones son adultos mayores.

Sobre los recursos para la canasta básica, 63.8 millones de mexicanos tienen un ingreso inferior a la línea de bienestar social, con una evolución de 49.0% en el 2008 a 53.2% en el 2014, estimando el ingreso per cápita mensual necesario para adquirir la canasta básica alimentaria y no alimentaria en $2,542.13 para la zona urbana y en $1,614.00 para la rural.

Aparte, 24.6 millones de mexicanos tienen un ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo, con una evolución de 16.8% en el 2008 a 20.6 en el 2014, estimando el ingreso per cápita necesario para adquirir la canasta alimentaria en $1,242.61 para la zona urbana y en $868,25 para la rural.

En Nuevo León los resultados de la Coneval nos dicen que de un millón 132 mil nuevoleoneses en situación de pobreza moderada en el 2012, la cifra disminuyó a 956 mil personas en el 2014; es decir, el 20.4% de la población.

Esa misma tendencia se reflejó entre los nuevoleoneses que sufren de la extrema pobreza, pues la cifra de 118 mil personas en vulnerabilidad extrema en el 2012, se redujo a 66 mil 729 en el 2014.

Los indicadores más importantes en el combate a la pobreza reflejan la falta acciones decisivas para acortar la brecha de la desigualdad social y, sobre todo, las insuficientes e ineficaces políticas antipobreza de Peña Nieto.

Los resultados evidencian que el principal problema estructural de México no se está combatiendo a profundidad y que las llamadas reformas transformacionales han sido para privatizar la riqueza nacional en beneficio del grupo político y empresarial en el poder.

Para las grandes mayorías del pueblo mexicano los resultados son más pobreza y desigualdad, pues el poder de compra del salario mínimo disminuyó drásticamente y la canasta básica alimentaria aumentó de manera inalcanzable.

 

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