Suscribete

 
1903 12 Agosto 2015

 

 

El huevo de Colón
Eligio Coronado

 

Monterrey.- El huevo de Colón*, de Jorge F. Hernández (México, D.F., 1962), es la crónica de un viaje España-México en donde nadie duerme por culpa de una moribunda y en el que las grandes amistades surgidas durante el vuelo se evaporan al tocar tierra.

Esto tiene sentido porque al terminar el viaje cambian la circunstancias que originaron dichos lazos y entonces éstos ya no son necesarios. El vuelo es un microcosmos temporal, condicionado por las personalidades y situaciones específicas de todos los involucrados.

En este caso, al protagonista/narrador le toca de compañero un español dicharachero (Pablo Allen) que ofrece contarle chistes todo el camino, pero la presencia de una moribunda trastoca los planes de todos: “se trata de una mujé mú rica y que ha engañao a la aerolínea. Ha disho que solo necesitaba silla de ruedas y ahora parece (…) que la sacaron esta misma mañana del Hospital del Pilar en Madrí” (p. 9-10).

Una eventualidad de esta naturaleza genera trances insospechados: “La están rodeando con las mantitas… Yo creo que va orinar. Sí, es eso. ¡Que las mantitas no alcanzan a tapar la escena, macho! ¡La están alzando para que orine… ¡Jooodeer, que se ha cagao!” (p. 11).

Nunca faltan tampoco las voces mesuradas que intentan capotear el temporal: “propongo que ante estas circunstancias tan adversas, predomine la calma y que las azafatas tengan a bien rociar la cabina con los desinfectantes de costumbre y… todo en paz” (p. 11).

Un médico novato entra al rescate: “Se ve joven el chaval, pero ha de ser un monstruo de la Medicina. ¡Mira que asumir la responsabilidad en pleno vuelo! ¡Tiene tela! Con el avión hecho un manicomio y la vieja que ya no da ni para respirar” (p. 15).

El “manicomio” incluye fetidez, falta de comida y bebidas, pasajeros rebeldes, algarabía, robo y circulación de botellas de vino, invasión de asientos en la zona “Preferente”, alcoholizados que exigen ver películas, cachetadas, Sean Connery en pantalla muda, y todo ello mientras la moribunda es revivida constantemente por el “Monstruo de la Medicina” (p. 24).

Todo concluye al llegar al Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México. El protagonista/narrador imagina que: “esa noche iniciaba yo una de las mejores amistades de mi vida. Pablo era realmente uno de los tipos más divertidos que yo hubiera conocido hasta entonces y prometía ser muy interesante cultivar su conversación y sus chistes (…). Pero ya no salió Pablo, o al menos ya no lo vi salir” (p. 29-30).

 

* Jorge F. Hernández. El huevo de Colón (crónica de un viaje trasatlántico). Monterrey, N.L.: Edit. Poetazos, 2015. 30 pp. (Serie Y la Nave Va).(Libro de bolsillo: 10.5 x 7 cms.)

 

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

 

15diario.com