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1903 12 Agosto 2015

 

 

Presidencialismo y ascenso del nuevo líder
Patricio Morelos Moreno

 

Monterrey.- Lo intentó pero no lo logró. Enrique Peña Nieto quiso reconstruir el presidencialismo omnipotente del siglo XX, pero el país había cambiado.

Las grandes decisiones ya no se toman desde Los Pinos, como alguna vez lo describieron Daniel Cosío Villegas y Arnaldo Córdova.

Los primeros años fueron prometedores. Las giras del presidente eran cubiertas por los principales medios a nivel mundial, posicionando al mexiquense como un líder internacional. Peña Nieto fue capaz de negociar el Pacto por México, uno de los acuerdos políticos más importantes posteriores a la transición democrática. El titular del ejecutivo “salvaría a México” de sus problemas, como lo aseguró el reportaje de la revista Time. Pero eso no era todo. El presidente logró detener la parálisis legislativa y obtuvo la aprobación de las “anheladas” reformas estructurales. La reforma energética, la reforma educativa y la reforma político-electoral, por solo mencionar algunas, fueron muestra de la habilidad de Peña Nieto para negociar con las diferentes fuerzas políticas nacionales. La administración Peña no podía ir mejor… pero todo se vino abajo.

A pesar del cambio en el discurso gubernamental, donde las reformas estructurales sustituyeron a la cobertura de la guerra contra el narcotráfico en la agenda de gobierno y de medios, el problema seguía ahí. El número de homicidios sobrepasó a los presentados por el gobierno de Felipe Calderón. Tlatlaya y la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa puso a la gestión Peña en la lupa internacional. El Estado de Derecho era una ausencia en México.

Sumado a lo anterior, la corrupción en el gobierno federal quedó en evidencia tras los escándalos de la Casa Blanca y las residencias de Miguel Ángel Osorio Chong y Luis Videgaray. La respuesta de la presidencia fue débil, la designación del secretario de la función pública no fue suficiente para cambiar la percepción ciudadana. Los datos son duros. La aprobación del presidente se sitúa en el 34 por ciento, según el último estudio de Grupo Reforma, el porcentaje más bajo desde su toma de posesión.

El próximo año se llevaran a cabo elecciones para elegir gobernadores en 12 estados de la país, por lo que el Revolucionario Institucional no se puede permitir perder más votos. El presidente ya no es más el líder. No se percibe un liderazgo presidencial que fortalezca a la institución. De ahí nace la candidatura de unidad de Manlio Fabio Beltrones y Carolina Monroy.

Manlio Fabio Beltrones Rivera, ex gobernador de Sonora y aún líder de la bancada del PRI en la Cámara de Diputados, se posiciona en el escenario político como el Frank Underwood mexicano. Frío, cauteloso, pero efectivo, Beltrones Rivera será el responsable de que el Revolucionario Institucional retome el camino de la victoria electoral.

Su primer golpe fue la victoria de Claudia Pavlovich en las elecciones estatales de Sonora, demostrando su capacidad en la organización y movilización de electores. El segundo, las recurrentes y ya insostenibles equivocaciones del presidente, colocan a Manlio Fabio como la principal alternativa para la dirigencia del PRI. El presidente tuvo que ceder. Aurelio Nuño y Enrique Martínez y Martínez no llenaban el espacio que deja vacante César Camacho Quiroz.

Priista de la vieja guardia, la entrada de Manlio Fabio Beltrones al CEN del PRI refleja el fracaso del presidente y el ascenso del nuevo líder. Líder que buscará posicionarse como el candidato del partido en el gobierno rumbo a las elecciones presidenciales de 2018.

 

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