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1912 25 Agosto 2015

 

 

Resonancias (Antes del Caos), II
Raúl Caballero García

 

Dallas / Monterrey.- Monterrey fue paso obligado de las corrientes que venían del Norte; de hecho, desde la frontera Norte emergieron muchos intérpretes y conjuntos musicales; la región los impulsó hacia ambas partes de la frontera y en Monterrey también brotaron importantes figuras.

En Monterrey surgieron y a Monterrey acudieron. En Monterrey se formaron, triunfaron, se afincaron o partieron. Hasta Monterrey llegaron lo mismo las fuentes originales que el talento de quienes reinventaban esas fuentes. Pero todo ello está más que registrado, hasta el hartazgo, en el lugar común. Estos apuntes sólo buscan enmarcar el recuerdo de un chico bailarín que observó ese movimiento desde su propia diversión... La de un adolescente de secundaria de mirada amplia, de corazón extrovertido y limpio, que llevó la obediencia de la sangre hasta la introspección como un acto de honor.

Jorge Elizondo García, por supuesto, también hace referencia al cuarteto emblemático por excelencia, toda vez que él salió de la infancia y accedió, maravillado como adolescente, a los establecimientos donde se consumían sodas, malteadas, Tres Marías (de fresa, vainilla y chocolate), hamburguesas y papas fritas pero... sobre todo los discos de vinilo con formato de 45 revoluciones por minuto, aquellos populares singles que en la ciudad causaban exaltación con sus canciones de tres minutos.

La explosión de los singles en la cultura adolescente, con sus lados A y B, coincidió con el rock and roll y los éxitos de sus creadores. Love Me Do fue la primera canción lanzada en un single de Los Beatles, en su lado B estaba P.S. I Love You, la estrenaron el 5 de octubre de 1962 (aunque la compusieron a finales de 1958, entre John Lennon y Paul McCartney). En Monterrey era la sensación a finales de 1964, luego de que meses antes en Estados Unidos había alcanzado el número uno de la lista de singles. Las monedas de veinte centavos para escucharla una y otra vez, por unos y por otros, hacían reventar las rocolas.

Lo imagino repasando toda la lista de singles a través del cristal oblicuo. La mitad rancheras, mambos, boleros y música de orquesta. La otra mitad (todas revueltas) las novedades norteamericanas –desde Glenn Miller o Tommy Dorsey hasta Bill Haley & His Comets o Johnny Cash– y los singles nacionales del rock and roll que por lo general, como sabemos, versiones casi siempre ingeniosas que adecuan las letras con los arreglos musicales.

Pero la fiebre por los Fab 4 recorría el mundo contagiando a todo adolescente. El lado A de su segundo single –Please Please Me– se ofrecía en la rocola con el código G-52... ¡Ah!, pero más abajo el regocijo oprimiendo C-46, Love Me Do. Sweater de lana con amplias rayas atravesadas, pantalón recto de pana, mocasines de gamuza. Love, love me do. / You know I love you, / I’ll always be true. Siguiendo el ritmo con el tris acompasado de sus dedos, con la flexión de sus rodillas en un vaivén, y toda la sucesión del movimiento sincopado de su pie derecho al golpear el piso sin despegar el tacón de su mocasín del suelo, concentrándose por momentos al mover la cabeza de un lado a otro con los ojos cerrados. So please, love me do. / Whoa, love me do. / Yeah, love me do. / Whoa, oh, love me do. Un acto súper solemne, dejar caer la moneda, ver cómo aparece el disco deseado y automáticamente el brazo de plástico coloca la aguja en el 45 rpm, escuchar la armónica tocada por Lennon en un profundo ritmo de blues y enseguida las voces simultáneas del propio John y de McCartney y el ritmo de la pista de los tambores de Starr, hábil y virtuoso baterista y ahí la belleza de la armonía vocal de Harrison. Yeah, love me do... Nomás zonzeando. Haciendo nada, que era absolutamente todo en el mundo. El tiempo completo en caída libre. From Me to You (lado A) y enseguida Thank You Girl (lado B). Dedicaciones y guiños. Empujones de juego: She Loves You. Y la soda Pep o la Coca-Cola chiquita compartida... Y la tontería suprema al reírse por nada... Y el sonrojo por los nervios mal disimulados y I Want to Hold Your Hand... Y I’ll Get You... Y: “Ya se acabó el peso”. Seis por un peso, una sola veinte centavos. Entonces la heroica voz que nunca faltaba, desde el orgullo: “Yo le pongo otro”.”

Ese es un fragmento de las primeras páginas del segundo texto de Resonancias (Antes del Caos), a punto de dejar hablar al siguiente personaje regiomontano evocando sus años de secundaria, cuando ganó un concurso de baile en los albores de la Televisión en Nuevo León, y de esa manera se convirtió en el “Campeón de la Nueva Ola” y tal cual se titula esa parte del libro de Raúl Caballero García.

* No se pierda la presentación de este libro el miércoles 26 de agosto, 7 p.m. en Mandela –Centro Cultural y de Entretenimiento– Av. Lázaro Cárdenas 2225, Col. Valle Oriente, Planta Baja del Edificio Latitud, en San Pedro Garza García, Tel. 1969 6687.

 

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