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1912 25 Agosto 2015

 

 

La vía alternativa
Carlos Villarreal C.

 

Monterrey.- Dice Carstens que devaluación no impactará en el índice general de precios, en la inflación.

O es deliberado (si nos quiere ocultar lo inocultable, por lo que se verá como aquel augurio del “catarrito”), o sólidamente Carstens necesita un baño de intuición y unas clases de la historia económica de México y de un curso sobre la Economía Real.

Hoy [ayer] estoy leyendo el encabezado de una columna en el periódico Milenio, donde aparecen las declaraciones de la cámara que aglutina a las empresas manufactureras de Nuevo León: “alza del dólar, riesgo para el sector manufacturero: Caintra”.

Y claro que impactará esta devaluación del peso frente al dólar, porque el componente extranjero de la producción manufacturera, e incluso agropecuaria (alimentos) para el uso y consumo nacional es muy fuerte (además de un componente financiero como la deuda en dólares) y este inevitablemente se traducirá en un aumento general de precios, lo que supondría (es mi propuesta anticipada), en el caso de un aumento de precios de las mercancías de consumo y de los insumos, que de manera inmediata, de emergencia, aumentara también el nivel general de salarios toda vez que este factor salarial en el PIB  nacional, no está para soportar un recorte más que ya sabemos que significa más pobreza salarial y más desigualdad social y porque agravaría también la situación de las empresas a lo largo y ancho del país y esto se vuelve inevitablemente una espiral negativa en el corto plazo, con posibles impactos en el mediano y largo plazo tal y como sucedió en las crisis del 94 y del 2008. La profundidad de este fenómeno actual todavía está por verse.

Por ello, Carstens está equivocado una vez mas. o aun peor, si pretende ocultar lo inocultable, lo que dejaría además una vez más, muy mal parados a los economistas que en los últimos 20 años han estado al frente de la aplicación de un modelo y de una política económica con los resultados que todos conocemos.

Los ciclos económicos desde el año del 94 a la fecha mantienen una promedio de menos de 2 por ciento anual de crecimiento, lo cual es reconocidamente insuficiente para la actual etapa de desarrollo económico de México. La extendida pobreza en todos los órdenes de la sociedad: entre las clases, las regiones, los sectores empresariales y los rezagos por tanto de infraestructura económica y social, requiere tasas más altas del crecimiento económico. La realidad ahora, con la pinza entre la caída en los ingresos petroleros y la caída del poder adquisitivo del peso frente al dólar, se esperarían tiempos difíciles para las empresas y el gobierno, lo que en actual entorno de bajos salarios y desempleo seguirá impactando muy negativo en el empleo y los salarios y con ello, en la convivencia social.

¿Qué hacer?
Pues para empezar, algo diferente a lo que se ha hecho los últimos 20-30 años.
Sin embargo, hay ahora una corriente, como es el caso de la postura de Rajoy y el gobierno del PP español, y que antier, en el inicio de sesiones de la cámara, puso reiterada y centralmente el ejemplo de lo que sucede finalmente en el ajuste griego. Declaran que no hay más tipos, formas, políticas de ajustes viables; así lo afirmó el ministro de economía español en su intervención en la cámara; con contundencia afirmó que “los cantos de las sirenas del populismo dejan expectativas incumplidas, frustración y descontento social”; y que “la experiencia griega demuestra que no hay atajos”, lo que quiere decir que, bajo la óptica de las derechas del mundo, no hay más que las políticas de ajuste que en México ya conocemos: se ajustan los salarios, se ajusta el gasto, se privatiza (en México casi no hay más que privatizar, salvo lo que queda de Pemex y CFE), se concesiona, etcétera.

La vía alternativa, calificada como “populista”, la bombardean aquí y allá, con el caso de Grecia de ejemplo; y otros acuden también al caso Venezuela, es decir, denuncian que en campaña, la izquierda y los radicales griegos rechazaban las medidas que finalmente como gobierno “tuvieron” que firmar.
Por ello, el reto es tal y como lo han planteado entre otros Stiglitz, Piketty, etcétera, que se demuestre que otra política es posible. En realidad lo que se observa aquí y allá, ayer y hoy, es el fracaso del modelo de ajuste que ha prevalecido los últimos 30 años y que por lo tanto es urgente explorar nuevos planteamientos en la economía y en las relaciones sociales que han determinado que por ejemplo los salarios ocupen hoy una pequeña parte del “pastel”.

¿Por qué no es al revés? ¿Qué no sería más conveniente que hubiera un fuerte mercado interno basado en un mejor reparto del ingreso nacional? Ese es el reto. Así sí crecería la economía a mejores tasas y por lo tanto se fortalecería el sector empresarial.

 

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