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1922 8 Septiembre 2015

 

 

Occidente hipócrita
Hugo L. del Río

 

Monterrey.- Fiel a su cultura, Occidente reaccionó con hipocresía ante la foto del niño sirio Aaylan Kurdi.

Ahogado en aguas de Turquía en el fallido intento de su familia por escapar a la ya larga guerra civil –¿civil?– de Siria. Sí: duele mucho la muerte, por todos conceptos evitable, de una criatura de tres años. Pero desde hace décadas, miles de niños africanos mueren todos los días: los matan el hambre, la deshidratación, las enfermedades curables y las guerras.

¿Por qué nos conmovió la tragedia del pequeño Aaylan y nos deja en indiferencia la hecatombe africana? Aventuro una odiosa explicación: Aaylan era blanco y los hijos de África son negros. Sí, hace algunas décadas, un fotorreportero corresponsal de guerra –lamento, de veras, no recordar su nombre– nos recordó que la vida puede ser cruel en exceso: captó a un niño africano en agonía con un ave carroñera a pocos metros en espera de la muerte. Hubo, como siempre, lágrimas y promesas de colaboración internacional por parte de las naciones que hundieron al continente en el desastre. Todo quedó en agua de borrajas. El reportero gráfico no resistió la experiencia y se suicidó.

Hoy, es difícil de creerlo, pero hasta el fin de la II Guerra Mundial, Europa se había repartido todo el territorio africano: no había un solo país independiente. Los mismos europeos que hoy lloran lágrimas de cocodrilo explotaron sin piedad a sus colonias y a los pueblos colonizados. Los más crueles fueron los belgas y los alemanes, quienes de 1904 a 1907 llevaron a cabo el primer genocidio de la Historia: casi lograron exterminar al pueblo herero, que ocupaba lo que hoy en Namibia. Llegaron al extremo de envenenar los pocos pozos de agua que había en las zonas desérticas.

Desde hace mucho tiempo, el desastre africano dejó no sólo de conmovernos, sino incluso de interesarnos. Europa se hace la desentendida y concentra su atención en Siria, Irak y Afganistán. Contradicción de contradicciones: no es que los europeos sean unas hermanitas de la caridad, pero el responsable de las matanzas y hambrunas en Irak y Afganistán es el gobierno de Estados Unidos que, hasta el momento, no ha manifestado intención de dar asilo a un solo refugiado. Y Siria es un peón en el trágico tablero de ajedrez del Cercano Oriente.

Como sea, volvamos a Europa. El Vaticano hace gala de cinismo y avaricia. Se ofrece a dar amparo a dos familias. Nos decepciona el Papa argentino. Los ingleses son un poquito más generosos: aceptarán a 20 mil sirios en un programa a cinco años. ¿Cuántas familias morirán en esos sesenta meses?

Los hijos de Siria se matan entre sí con armas que les venden las mismas naciones que lloran y se rasgan las vestiduras ante el baño de sangre.

Hipocresía y codicia. Este es el mundo libre, cristiano y defensor de la democracia.

hugo1857@outlook.com

 

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