El insano ejercicio de subsidiar a los ricos
Eloy Garza González

 

San Pedro Garza García.- El tráfico de influencia y la permisividad de los gobiernos municipales de Nuevo León en el descontrol del uso de suelo y construcción, está bien documentado.

La alianza insana de varios alcaldes con los fraccionadores de desarrollos inmobiliarios, especialmente los verticales, ha causado estragos que acaso sean irreparables.

Un buen alcalde, como lo fue Michael Bloomberg en Nueva York, basó parte de su éxito gubernamental,  promoviendo las áreas verdes (añadió 1.6 kilómetros más a las existentes) y ninguno de los 60 mil edificios que autorizó durante su gestión fueron mínimamente cuestionados. Eso no pasa en la mayoría de los municipios del Área Metropolitana de Nuevo León. ¿Problemas del Tercer Mundo? No: problemas de la corrupción rampante y la voracidad de los servidores públicos que nos gobiernan.

En pocos años, de proseguir el declive ético disfrazado de urbanismo pujante, la calidad de vida de los nuevoleoneses será mediocre y comprimido en una zona de cemento y hierros rodantes. De manera que urge un nuevo Plan de Desarrollo Urbano Metropolitano.

La culpa no es exclusivamente de los gobiernos sino de los desarrolladores. ¿Son emprendedores estos empresarios inmobiliarios de poca monta o en realidad son el acido que habrá de corroer las posibilidades cada vez menores de emprender en nuestro Estado? En otros artículos he definido a los buenos emprendedores de Nuevo León como “los sin ayuda”: los atosiga una burocracia mercenaria, leyes abusivas, créditos caros, y en buena medida la incomprensión social.

Según Bertolt Brecht, “el analfabeta político es un ser peligroso” y lo mismo puede decirse de los enemigos del emprendedor: son analfabetas mercantiles peligrosos, que en nuestro entorno son sinónimo de amantes del subsidio. A éstos también se les conoce como desarrolladores subsidiarios de gobiernos permisivos. No son enfermedades diferentes, sino consecuencias del mismo mal.