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1925 11 Septiembre 2015

 

 

Gobierno en cuatro patas
Hugo L. del Río

 

Monterrey.- La investidura del Bronco –gallardo jinete en brioso corcel–presenta algunos delicados problemas de etiqueta. Primero es lo primero. ¿Qué atuendo debe vestir quien será, a partir de ese venturoso día, el gobernador de Nuevo León?

Durante la Guerra de Tres Años, en las jornadas de sangre de la Intervención francesa y en el sitio de Querétaro se distinguieron los Cazadores de Galeana, armados con el mosquetón Henry, de 16 tiros. El salvador de nuestro estado nació en aquel rincón de bravura. No le quedaría mal el uniforme de sus antepasados. Pero puede optar por el traje de gala de los hacendados de fines del siglo XIX y principios del XX. Una opción aceptable sería imitar el ropaje que usó Pancho Villa en la toma de Zacatecas. O bien puede aprovechar su fuente de inspiración, el Libro Vaquero, e irse con mezclilla y camisola tejana.

Supongo que todos los miembros de su gabinete llegarán también montados a caballo. No hacerlo sería una falta de respeto. Pero deben usar otro tipo de vestidos para no confundirse con el Ejecutivo estatal. Ahora, ya entrados en gastos, Jaime Heliodoro puede invitar al juego del centauro a los representantes de los Poderes Legislativo y Judicial, alcaldes, diputados y senadores federales, invitados, delegados de las Secretarías de la Federación,  amigos y toda esa multitud. Sería una inolvidable cabalgata.

La música no puede estar ausente. Yo recomiendo una banda de pueblo que ejecute la famosa polka “Los caballos panzones”. Pero hay muchas opciones. Para dar seriedad al acto, una banda militar podría interpretar “La marcha dragona”. Esto no significa que olvidemos piezas clásicas del repertorio de Jaime Heliodoro como “El siete leguas”, “Caballo prieto azabache” o, en plan festivo, “La marcha de Zacatecas”.

La toma de posesión tendrá que ser en un enorme espacio abierto. Algún ejido, para que Bronco se sienta a su gusto. A la protesta seguiría el baile: acordeón y taconazo al tiempo que se preparan cientos de cabritos, toneladas de tortillas, océanos de salsa picante y hectolitros de cerveza. Rodríguez Calderón no nos ha dicho si piensa llegar a palacio todos los días en su “Tornado” u otro solípedo de su predilección. Si así lo decide –y su gabinete deberá imitarlo– podemos convertir la planta baja y el patio interior de palacio en cómodas y bien aseadas caballerizas.

Hay que buscar nombres para tantos equinos. Por lo pronto, sugiero “Rocinante” para el que montará el procurador. También hay que dilucidar si en ocasión de visita importante, Bronco y sus colaboradores cabalgarán al aeropuerto. Hay que procurar adelantarse a los problemas.

Hoy, hoy, hoy –como dijo otro ilustre estadista–, podemos estar seguros de que en el sexenio que viene la administración tendrá cuatro patas. A poco nomás Calígula se puede dar esos lujos. Al fin y al cabo el plan es que no hay plan.

hugo1857@outlook.com

 

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