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1958 28 Octubre 2015

 

 

Libertad de expresión, ¿una quimera en la Uanl?
Académic@s de Monterrey 43

 

Monterrey.- En la década de los años setenta, el movimiento feminista y la izquierda política europea y norteamericana pusieron en tela de juicio los certámenes de belleza; así, abrieron espacio a una intensa discusión, acerca de la cosificación del cuerpo femenino y la estereotipación de las mujeres.

Aquellos debates coadyuvaron a la adopción de leyes en favor de las mujeres y políticas de equidad e igualdad de género, así como, de los derechos de género por parte de los diversos estados nacionales, incluido México, en la década de los ochenta; entonces, recomendó la UNESCO crear cátedras en los planteles universitarios de América Latina y el Caribe, y promover el desarrollo de investigaciones, en torno a los problemas de la mujer.

Muy distinta resulta hoy la reacción institucional en nuestro estado frente a la misma crítica que ha sido expresada, en semanas recientes, por un grupo de estudiantes de la Universidad Autónoma de Nuevo León al cuestionar el certamen Señorita UANL y ejerciendo el derecho de libre expresión; pues, las integrantes del colectivo estudiantil Quimera fueron objeto, a través de redes sociales, de múltiples insultos sexistas, agresiones verbales e incluso amenazas de muerte.

No obstante, la gravedad del asunto, la institución académica aludida y la comunidad que la integra han tendido un manto de silencio sobre la profunda brecha, entre el compromiso retórico con los derechos humanos e igualdad y equidad de género, y una práctica institucional que apunta en sentido contrario.

Ninguna autoridad universitaria, llámese rector, secretario general, directores de facultades y escuelas preparatorias ni siquiera la Unidad de Género de la UANL, creada en 2014 para atender a víctimas de discriminación de género en la institución, ha aclarado la postura de la UANL sobre el citado certamen de belleza ni respecto a la seguridad de la jóvenes del colectivo Quimera. Nos preocupa que ante el clima de violencia e inseguridad establecido en la entidad, una institución pública de la estatura de la UANL exponga tal grado de insensibilidad ante las amenazas extremas, vertidas contra sus propias estudiantes.

Desafortunadamente, tampoco estudiantes, profesoras/es, administrativos/as de esta institución han mostrado la madurez política y ética que se esperaría. Muchas personas se reservan tomar una posición abierta, por temor a represalias; algunas, irresponsablemente, arguyen que su función académica les impide inmiscuirse en asuntos políticos. Las pocas personas solidarizadas en cierto grado con las estudiantes evitan, cautelosamente, asignar cualquier responsabilidad a la institución; por una parte, celebran la crítica del colectivo Quimera como avance democrático y académico de la UANL, pero, al mismo tiempo ignoran las amenazas hacia las estudiantes. Por consecuencia, esta retórica da por entendido que quien haga uso de su libertad de expresión debe pagar el precio: Léase represión política e incluso exterminio físico. Tales discursos representan, lejos de un acto solidario, abandono de las víctimas y complicidad con los victimarios.

En conclusión, dichas actitudes carentes de compromiso, la sin acción, desinterés y falta de respuestas, tanto a las inconformes como a quienes han solicitado aclaraciones en torno al caso sugieren, sin duda, serios problemas de democracia, derechos humanos e igualdad y equidad de género al interior de la Universidad Autónoma de Nuevo León; ignorándolos, no podrá cumplir con su mandato de formar ciudadanos críticos, comprometidos con los problemas que la sociedad mexicana exige.

Responsables de la publicación: Graciela Salazar y Lylia Palacios.
ACADÉMIC@S DE MONTERREY 43
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