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1977 24 Noviembre 2015

 

 

Nulo resultado de reformas
Lupita Rodríguez Martínez

 

Monterrey.- Las reformas estructurales recomendadas desde 1989 por el Consenso de Washington, como el camino para que los países alcancen mayores niveles de progreso y bienestar social, han resultado un rotundo fracaso en México.

Se nos señaló que la reforma al sistema de pensiones, la reforma laboral, la reforma financiera, la reforma hacendaria, la reforma educativa y, en especial, la reforma energética, constituían la llave para que nuestro país incrementara las inversiones productivas, se fomentara el empleo, aumentara la recaudación fiscal, subieran los ingresos de la población y, sobre todo, se elevara por lo menos a un 6 por ciento la tasa de crecimiento anual del Producto Interno Bruto (PIB).

La reforma al sistema de pensiones, cuya consecuencia fue el aumento de las cotizaciones para los trabajadores y el incremento de la edad para jubilarse, sólo ha traído que sus fondos de pensiones disminuyan drásticamente y que muchos ISSSTE de los Estados estén al borde de la quiebra y de la insolvencia.

La reforma laboral significó un despojo a conquistas de obreros y trabajadores que venían desde la Revolución Mexicana de 1910, pero además ha tenido como consecuencia más salarios de hambre y la anulación de sus prestaciones de seguridad social, precarizando el empleo a través del llamado outsourcing; es decir, mecanismos de sub-contratación con los cuales los patrones evaden sus responsabilidades adquiridas en los contratos colectivos de trabajo. En contrapartida, la reforma ha generado el despojo de derechos de los trabajadores y no ha detonado la afluencia de inversiones productivas que se preconizaban.

La reforma financiera no ha traído el esperado aumento de crédito y financiamiento para detonar la pequeña y mediana industria, para que sean capaces de incrementar el desarrollo económico del país. Por el contrario, los abusos del sistema bancario y financiero sobre la población, con altos cobros por servicios e intereses, van en incremento.

La reforma hacendaria sólo ha generado grandes molestias tanto a trabajadores, obreros y clases medias, así como a medianos, pequeños y micro empresarios, sin que se haya incrementado significativamente la recaudación fiscal.

La reforma educativa, en los hechos, es una contrarreforma laboral y administrativa, pero de ninguna manera académica, pues no ha considerado la modernización de los contenidos de los planes y programas de estudio como procesos didácticos y pedagógicos, ni mucho menos los métodos de enseñanza. Da la impresión que sólo tiene como propósito el cuestionamiento, la persecución y la represión hacia el magisterio nacional.

La reforma energética, a pesar que ésta significa entregar los recursos naturales al extranjero, en su primer y segunda ronda para subastar las distintas zonas petroleras del país, han resultado desiertas y el gobierno ha estado reduciendo los requisitos y las condiciones para facilitar a las empresas trasnacionales el despojo de esta estratégica riqueza nacional.

El boom de inversiones productivas, la generación de empleos en cascada y el aumento de la riqueza nacional, así como el incremento sustantivo de nuestro desarrollo económico hasta la fecha ha sido nulo.

Los precios de los energéticos como el gas, el diesel, las gasolinas y la energía eléctrica, siguen en aumento tras aumento y, por el contrario, el desarrollo económico del país en los últimos años nos genera tristeza y reflexión, toda vez que en el primer año de gobierno de Peña Nieto, el país sólo creció 1.1%; en el segundo año apenas llegó al 2.2% y el tercer año, en curso, con dificultades llegará al 2.1%. La perspectiva para el año que entra puede ser de 2.3%

La brutal caída de los ingresos petroleros, la profundización de la crisis económica en Europa, con un crecimiento de 0, o al menos superior al 0, y la lentitud como se reactiva la economía norteamericana, proyecta un mal año para el país en el 2016.

Los resultados de las reformas estructurales están a la vista: crisis de PEMEX y CFE, fracaso de las Rondas 1 y 2, déficit presupuestal, recorte de programas sociales, depreciación del peso e involución educativa.

 

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