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1992 15 Diciembre 2015

 

 

Trump en México
Samuel Schmidt

 

Ciudad Juárez.- Me llama la atención que ciertos mexicanos se apasionan por la elección en Estados Unidos, especialmente los atrae la ultraderecha de ese país.

Leo en las redes sociales un falso debate sobre la necesidad de parar a Hillary, hay quien absurdamente menciona a Mónica Lewinsky, como si Hillary la hubiera introducido a la sala oral, perdón, oval.

Caen bajo el influjo de Donald Trump, el que arrancó su campaña con la filosofía de México Sí, Mexicanos No. Pero hace tanto tiempo de eso, que ya olvidaron que quiere construir un muro gigantesco y que lo pague México.

Se montan en la nueva diatriva anti musulmana de Trump, y parecen no darse cuenta que cada bravata racista y xenofoba del hijo de inmigrantes, despierta las bajas pasiones de los que odian a los demás; es tal la distorsión en esos foros que los argumentos parecen haber sido sacados del ideario enfermizo de Trump.

Algunos reflexionan, no mucho por cierto, y se inclinan más a la derecha, que aunque no lo crea la hay, ahí está colocado el Tea Party, una bola de fanáticos cuya misión política ha sido destruir lo que intenta hacer el primer presidente afro americano, y es que para odiar no sufren de daltonismo, el negro es un color que les repatea en el alma, especialmente si es el color de la piel de una persona.

En el discurso, brincan con gran facilidad en contra de la izquierda y prácticamente culpan a López Obrador de la guerra contra el narco que generó más de 150 mil muertos, la que fue declarada y conducida por la derecha.

Una frase me atrapó: la izquierda está destruyendo al planeta. En la cumbre de París no fueron los países gobernados por la izquierda (a menos que China lo sea) los que se opusieron a establecer una agenda agresiva para limpiar el ambiente. Brasil, cuya presidenta está sostenida con alfileres, reclamó que los países desarrollados compartieran el gasto de mantener el Amazonas como pulmón mundial, porque no pensaron en el ambiente cuando arrasaron con los bosques en Europa. No parece muy destructiva la postura brasileña, simplemente quiere que se compartan responsabilidades y gastos.

Qué implica para México una posible victoria de Trump. En esencia no mucho. Tenemos un gobierno de derecha que está privatizando todo a una velocidad inesperada. Desde el petróleo hasta el fondo de pensiones del ISSSTE. Todo está sobre la mesa en el mercado que se pelean las oligarquías del mundo, y los políticos que hoy privatizan, mañana serán los empleados de las empresas beneficiadas, como ejemplo está Ernesto Zedillo.

Trump seguirá la política deportadora del odiado Obama, que ha roto el récord de deportaciones en ese país. Hace muchos meses superó los dos millones y le falta un buen trecho por recorrer.

En la economía, México ha seguido la postura errónea de abrir demasiado la economía sin establecer programas internos para aprovechar la apertura. La entrada al TPP (del que oficialmente no se sabe nada) seguirá profundizando las debilidades estructurales que construyó el neoliberalismo, lo que no le molesta a Trump.

Posiblemente Trump aproveche la oportunidad para cobrar su intento fallido por apoderarse de una parte de la costa de Baja California, por medio de un desarrollo mal manejado que le reportó pérdidas.

Llama la atención en esos foros el desconocimiento profundo de cómo opera la política en Estados Unidos. Le comenté a uno que ahí la política se hace con dinero, que cuánto invertiría, a lo que respondió que nada, pero recordó los nombres de un par de millonarios que podían hacerlo. Esos millonarios están esperando la instrucción de la enfebrecida derecha mexicana que le gustaría que el presidente de Estados Unidos tuviera un perfil fascistoide y que de facto, tomara a México como una colonia, un poco más de lo que ya permitió la derecha mexicana en el poder.

Es muy temprano para sacar conclusiones sobre Estados Unidos. Pero Trump, Cruz y otros derechistas, han polarizado la discusión hasta un nivel que marcará una gran distancia con los democrátas, a los que les bastará con tener la boca cerrada mientras el discurso furibundo se apodera de los espacios de discusión política.

De Hillary dicen que está el escándalo de los correos electrónicos que se ha muerto legalmente, y sobre su manejo de la tragedia en Bengazi, como si ella hubiera dado la instrucción de asesinar al embajador.

De Bernie Sanders no quise hablar, este está empeñado en que un socialista demócrata puede ser presidente, pero hasta allá no llega el conocimiento de la derecha.

 

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