La muerte del periódico impreso
Eloy Garza González

Monterrey.- Los tiempos están cambiando en Nuevo León. La imagen del regiomontano que se levantaba temprano a recoger su ejemplar de periódico en la puerta de su casa, para leerlo en la mesa de su cocina, es ya un completo anacronismo.

La información se desplaza de la órbita de los medios masivos a los motores de búsqueda de Internet. La noticia que no aparezca en primera fila de Google o Yahoo, ya no es importante.

Pero las cosas empeoran para los anticuados lectores de medios impresos. Ahora el resto de sus semejantes lee diarios digital que cuelgan sus noticias y artículos principales en Facebook o Twitter. Y más aún: es casi seguro que la mayoría de los usuarios accedamos a las noticias a través del muro de un amigo que compartió la liga de la nota periodística.

Las fuentes de información se vuelven indirectas y transversales. Las redes sociales con sus filtros de recomendación sustituyen el viejo paradigma del periódico que uno leía pacientemente, día tras día. Ya no se leen diarios. Se leen noticias. O editoriales. O post.

La diferencia no es menor. La información se digiere en tiempo real, el flujo es continuo, incesante, y no se guarda como titular de primera plana una noche completa. Los periódicos como marca, como empresa, se diluyen ineluctablemente. Pronto verán su fin.

Las redes sociales harán por nosotros la función de seleccionar la nota de nuestro interés en el menú gráfico del medio impreso, para poner en la pantalla de nuestra tableta o smartphone las noticias virales, convertidas en trending topic, que los propios usuarios han marcado como preferidas.

Se acabarán, eso sí, las líneas editoriales, las tendencias ideológicas o de intereses económicos de los medios masivos, rebasadas por el filtrado colaborativo que juega como delantero en las redes sociales. La opinión publicada ha dado paso quizá no a la opinión pública pero sí a la opinión colectiva, que gestionan las redes sociales.

Y ante este nuevo mapa de la información casi todos los medios impresos han perdido la brújula. ¿La mejor prueba de su desorientación? Que todavía cobren una cuota a los usuarios por acceder a sus páginas digitales de noticias. En efecto, lector, me estoy refiriendo a ese periódico local en el que usted está pensando.