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2035 12 Febrero 2016

 

 

Matanza anunciada
Hugo L. del Río

 

Monterrey.- Vuelven las jornadas de violencia. La tragedia del Topo Chico era previsible…y evitable. El gobierno y sus voceros nos procurarán vender esta o aquella “explicación” para “justificar” la carnicería: el hacinamiento, la falta de preparación de los custodios así como su escaso número y todo lo que usted guste y mande.

Pero lo mismo en la superficie que en el fondo de la trágica jornada, lo que está a la vista de todos es la corrupción, a la que debemos agregar la incompetencia del gobierno del estado. Sí, hay sobrepoblación: tres mil 800 internos, entre sentenciados por delitos de orden federal y culpables o presuntos culpables, muchos en espera de sentencia, por infracciones del orden común. Y nadie impide que los reos tengan comercio carnal, voluntario o forzado, con las reclusas, algunas de las cuales comparten la celda con sus criaturas recién nacidas. Arreglo nada ortodoxo, pero muy propio del sistema penitenciario mexicano.

Circula la versión que desde el lunes último tenían organizada su fuga algunos sicarios del cártel del Golfo encabezados por Jesús Iván Hernández Cantú. El choque con sus rivales zetas habría empezado entre las ocho de la noche del miércoles (versión extraoficial) y las 23 horas 30 minutos también del miércoles (según el gobierno) . Estamos en México: hay un divorcio con la exactitud.

Juan Pedro Zaldívar Farías, el zeta 27, tenía una larga disputa con Hernández por el control –ahora lo llaman autogobierno– del irónicamente llamado Centro de Reinserción Social. El botín no es despreciable. Se puede decir que el tráfico de drogas era lo de menos. Tenemos la extorsión telefónica vía celulares. Y ésa es sólo una de las fuentes de ingreso.

A los prisioneros los “hombres fuertes” les cobran por beber agua, lavarse las manos, ducharse. Casi casi tienen que pagar cuota por respirar. Esto no es nuevo y no lo podía ignorar Gregoria Salazar, directora del penal. Golfos y zetas disponían de armas de fuego. El motivo del enfrentamiento no lo tengo claro, pero es de suponer que la mayor parte de las 49 víctimas y los doce heridos eran ajenos a los narcos. Hubo balazos, incendios y una lamentable manifestación, por parte de las autoridades, de pésimo manejo de crisis.

Si, como dice el gobernador Rodríguez Calderón, el motín fue sofocado a las dos de la  madrugada, ¿por qué fue hasta once o doce horas más tarde cuando se empezaron a difundir los nombres de los caídos? ¿Se estaban “arreglando” las cosas? Desde luego, ello denota, de principio, falta de respeto a los familiares quienes, justamente indignados, se agolpaban a las entradas del Topo Chico en demanda de información.

Gregoria Salazar no estuvo, ni remotamente, a la altura del conflicto. ¿Miedo o qué? El gobernador tuvo que dar la cara en una comparecencia muy débil desde el punto de vista de la divulgación de los trágicos hechos. Rodríguez Calderón puso –para mi gusto– demasiado énfasis en su versión de que ningún preso se escapó. El problema es que hace rato perdió credibilidad.

A mí me pagan por pensar mal. ¿Quién nos garantiza que no les darán a algunos de los muertos los nombres de los prófugos?

hugo1857@outlook.com

 

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