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2050 4 Marzo 2016

 



Qué bicho le picó a Beltrones
Hugo L. del Río

 

Monterrey.- Manlio Fabio Beltrones es un hombre inteligente, con amplia experiencia de política a la mexicana. Por ello, resulta difícil entender su juego. Está hilando muy fino o, simplemente, cayó en el error. De entrada, Beltrones, presidente del PRI, defiende a capa y espada al gobernador priísta de Veracruz, Javier Duarte.

Al tiempo, el precandidato puntero del mismo partido, Héctor Yunes, amenaza, si lo favorece el voto, con imponer al tal Duarte los más severos castigos que permita el Código Penal. Yunes no menciona a Duarte por su nombre pero no deja pie para dudar que se refiere a él. ¿Qué pasa, pues, en el hasta hace poco invencible tricolor? ¿Se rompió la disciplina que lo hizo poderosos o están jugando con dos barajas?

Pero esto no es todo. Beltrones les pide a los veracruzanos que en las elecciones para renovar al gobierno del estado, no linchen en las urnas a Duarte. Es más, el sonorense se pronuncia porque este matador de periodistas ni siquiera sea juzgado por la sociedad. Dejemos, plantea en plan casi filosófico, que sea la Historia la que ponga a cada quien en su lugar.

La perspectiva histórica no se da de la noche a la mañana. Es una apuesta a largo plazo. Los historiadores darían su fallo muchos años después de que Duarte haya exhalado el último suspiro, en su cama, rodeado por sus seres amados y confortada su alma inmortal por las bendiciones papales. ¿Y los asesinatos, el peculado, los abusos? ¿Vamos a esperar a que la Historia de su fallo?

A mi edad, no puedo pecar de ingenuo. Se me grabó a fuego en el cerebro y el alma la sentencia del historiador inglés Paul Johnson: “¿Habrá alguien tan estúpido que todavía crea en la justicia?” Supongo que el británico tiene la razón. Pero hay que librar las batallas a favor de la dignidad humana.

Se puede ganar o perder. Lo que es imperdonable es no pelear. Ignoro qué bicho le picó a Beltrones. Pero sé que está equivocado.

Pie de página
Es muy peligroso mezclar el Poder con la arrogancia del dinero viejo y la ignorancia del novato en política aspirante a enriquecer en un trienio. Mauricio Fernández Garza, heredero de la casta divina, no puede, simplemente no puede, entender que la ley debe ser igual para todos. No es por falta de inteligencia: es por exceso de prepotencia. Está educado en una cultura que lo lleva a confundir como una y la misma cosa sus caprichos con los ordenamientos legales.

Me recuerda a Montiel, el mentor de Enrique Peña Nieto, quien alegaba que “los derechos humanos son para los humanos, no para las ratas de dos patas”. Los “tecnicismos” de la nueva legislación son, para Mauricio, puertas que abren los jueces para que escapen los delincuentes. Esto, por lo que toca al sampetrino.

Aquí, en mi rancho nicolaíta, el edil en turno, Víctor Fuentes, cojea de la misma patita. A estos tíos hay que tenerles miedo. Son una mezcla de comisarios de la Inquisición, capitanes del talibán e imanes de la yihad. La verdad es que ni en Garza García ni en San Nicolás hace falta que los policías, por error o corrupción, vulneren los preceptos jurídicos: Con el visto bueno de sus respectivos presidentes municipales, las gendarmerías de las dos Comunas constituyen las mafias más temibles.  

hugo1857@outlook.com

 

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