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2056 14 Marzo 2016

 

 

El Tunche en Monterrey
Joaquín Hurtado

 

Monterrey.- ¡Noticia de Alarma! El Tunche se apareció en nuestra piadosa ciudad. En su casco ruinoso se congregaron brujas desnudas cubiertas con tatuajes alucinantes y machos cabrioleros que bebían sangre de indio guachichil en pomos de cerveza caguama.

¿Extraño? Dejen que les platique, nomás tráiganme otro pisto.

Sucedió el sábado 12 (indiscutible día esotérico), marzo del corriente, allá por el barrio de la calle Aramberri. Muy cerca del Mercado Juárez donde abundan hierberos prodigiosos, a unos pasos de la vivienda célebre donde ocurrió antaño un crimen atroz que el escritor Hugo Valdés convirtió en novela taquillera.

Como ven, ya rondaban sobre nuestros destinos los rebullones del Más Allá. Enviaban a nos señales difíciles de soslayar, imposibles de procesar con la cuadrícula lógica de nuestros improductivos cerebros. 

El primer signo apareció en casa de la Michinga. Llegamos a su residencia nomás para hacer tiempo y sacarnos punta para la correría noctambular. El Verdix me había encargado un molotito de hierbajo para liarse unos porros mágicos. Le dije al Verdix ponte tú, compadre, porque yo ahorita ando paranoias por el antidoping. Salió el Verdix al patio gustoso y empezó a empapelar y ensalivar su greñero canábico.

Hasta allí todo en orden. El calvo Verdix no sabía que el Rocky, un can de raza indefendible, acechaba el triste gallito que el pelón se procuraba con manos de orfebre purépecha. Concluido el pitillo, el oportunista dogo saltó con hocico del tamaño de Black Hole y se zampó todo el preciado material, hasta los papeles de arroz.

“Pinche perro drogo, te voy a denunciar a la DEA”, escuchamos gritar al Verdix. Entró a la casa el compa, más blanco que la conciencia de Donald Trump y con manos temblonas de rabia e impotencia nos comunicó la lamentable noticia: ¡El Rocky se tragó mi gallo! (Lágrimas.)

De buenas que por allí andaba una bruja rubia de nombre Liliane y de un chasquido llamó a presencia su escoba voladora. De un salto trepó en ancas y enfiló hacia la luna cimitarra. Como flecha satánica aleteó rumbo a su castillo sicalíptico, allá por el barrio de la Alameda, donde atesora muñecos alfileteros, pócimas enloquecedoras, plantas medicinales y chucherías diversas de bruja hermosa.

El segundo suceso ocurrió cuando alguien me preguntó qué pensaba yo sobre el olvido del ser. Nunca lo hubiera hecho. Le aventé un chorizo fenomenológico que convirtió a todos los presentes en estatuas submarinas de sal. Se diluyeron de fastidio neural. La bruja Liliane los salvó de la catalepsia inminente con su arribo triunfal, las manos llenas de joyas y salvia divina. “Ora, Verdix, amárrate estos filtros fresquitos pero enciérrate en el excusado, que el Rocky ya se nos hizo adicto y capaz que te devore con todo y botas.

Ya encendidos y someriados nos fuimos en bola hacia el bar 7 Culturas, ubicado en el barrio de la casa maldosa que noveló el gran Hugo Valdés.
Llevábamos un tranco de condones para invocar los deseos más nefandos de la juventud mexica. Los colocamos en una mesita que nos prestó mi mujer y entonces fue cuando surgió la aparición demoniaca venida desde las selvas amazónicas.

El Tunche saltó al filo de la medianoche al centro cabalístico de un patio donde crecen dos arbolitos, un endeble alamillo y un reverdecido ¿nogal? Bah. No importa de qué diablos era la madera ni la corteza de los arbolitos escuálidos si el espectro trepidante salió debajo mismo de la tierra, por las boquillas de los rústicos mosaicos  y vino a parpadear en el fondo del patio con palpitaciones sicodélicas y sed milenaria.

Trillones de bits vibraron en los muros centenarios de un Monterrey céntrico y decadente. La casona del 7 Culturas vomitó energías telúricas exorcizadas por el Tunche, Rebajado MX,  Exta, Hnry, Panchita Peligro y las decenas de asistentes que no paraban de bailar, chupar, despercudir el alma y barrerse las malas ondas de un país malvibroso como el nuestro. 

Tunche  significa demonio en la mitología de la selva amazónica en el Más Allá de Iquitos. El Tunche y Rebajado MX nos convidaron un coctel de genio musical surgido del barrio cholo con elementos vallenatos, sacaron chispas y garras de sus tornamesas. Sus procesadores digitales se  mezclaron con tumbas, percusiones diversas y voces en vivo.

El Tunche nos ofrendó un pedacito del cielo electro que hierve en el norte de Alemania, con potentes influencias de lo que se oye y danza en cinturones misérrimos de toda América, que hoy anda de pata de perro flaco por el planeta entero pero, en el caso de Tunche y algunos miembros de rebajado MX, radica en los arrabales primermundistas de Hamburgo y Gotinga.

Aquel equipo de duendes y seductoras sirenas armaron tremendo electroaquelarre. Con decirles que hasta el Verdix olvidó el lamentable suceso con el galgo mariguas, que le hizo un gane magistral con la bienamada mostaza. ¡Cuuumbia!


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