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2057 15 Marzo 2016

 

 

El docente considerado como enemigo
Eloy Garza González

 

Monterrey.- El Estado mexicano considera al docente (el profesional del aprendizaje) como su enemigo. A partir de la Reforma Educativa que operó la actual administración federal, gracias al frustrante Pacto por México, el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE) se ha convertido en una entidad poderosa, con poca transparencia.

Que mete reversa a la descentralización comenzada en 1992, y que ahora privilegia al centralismo como en los viejos tiempos priista de la rectoría del Estado en la esfera educativa. Vamos en reversa. El blanco a disparar, no el objetivo por cumplir, es el docente.

Flaco favor le hace a los maestros la titular del INEE, Sylvia Schmerkel, cuando reconoce, con un desparpajo cínico digna de una vocero autoritaria, que la evaluación es un derecho del maestro y que el Instituto es más un observador ciudadano que una instancia gubernamental que mide el desempeño del docente. En ambos casos miente: el INEE es una entidad evidentemente burocrática, donde los miembros de su consejo los impone el Ejecutivo Federal, con la venia del senado, dominado (de más está decirlo) por la fracción del PRI.

En ese entorno viciado, la evaluación del desempeño docente es una medida para reprimir al docente, no para estimular su desarrollo profesional. Por otro lado, como si faltaran más agravios, el INEE es una entidad paraestatal muy costosa, que compite directamente con la SEP. Más burocracia, más recursos públicos despilfarrados y casi ningún indicador de resultados eficaz. 

Pero el INEE no cede en la visión que diseñó y difundió con gran publicidad en Televisa desde hace varios años, una asociación civil difusa y ambigua, cuya turbiedad compite con la falta de transparencia del propio INEE: Mexicanos Primero (¿primeros en qué o en cuál tema?). Tal parece que para el INEE es un éxito que sólo el 18% de los profesores de educación media superior en las escuelas públicas sean de tiempo completo, en tanto que en las escuelas privadas el porcentaje se reduzca a 13%. Mientras más maestros por contrato, menos compromisos laborales por cumplir.

Y lo peor: en tanto la OCDE recomienda aulas de clase con 13 alumnos, en México una gran cantidad de aulas rebasan los 40 o 50 alumnos. Pero ese dato es insignificante para el INEE que tiene como único propósito intolerante evaluar punitivamente a todo el sector profesional docente. Patas arriba: la escuela vuelta al revés, como diría el entrañable Eduardo Galeano. 

Con sus evaluaciones arbitrarias y represivas, el INEE estigmatiza al maestro. Provoca prejuicios en contra del docente en la población mexicana. Deja correr la versión de que los maestros heredan o venden sus plazas magisteriales y son carne de cañón del clientelismo electoral. Sin embargo, omite señalar que esta venta de plazas no puede hacerse sin la anuencia y la complicidad de la SEP, que autoriza ilegalmente las altas irregulares.

El INEE es indiferente al criterio de la falta de verdadera formación de personal docente, no punitiva sino estimulante, que alienta en vez de paliar la inequidad. La pobreza en el pago magisterial propicia la política clientelar. Es sabido que 250 millones de pesos mensuales se destinan directamente a pagos ilegales de líderes sindicales.

Mientras tanto, el INEE no evita que los docentes bajo contrato, por horas, carezcan de las prestaciones mínimas del profesional de la educación: no tienen aguinaldos ni generan antigüedad. Y están tan amedrentados que no levantan una demanda contra las autoridades educativas en razón de que se les viole las disposiciones del artículo tercero reformado, porque si exigen el pago de su salario devengado desde hace un año, simplemente no los vuelven a contratar. Eso ocurre lo mismo en Nuevo León que en Tamaulipas. La informalidad laboral plena, alentada por la SEP. 

En septiembre y diciembre de 2013, la SEP levantó el Censo de Escuelas, Maestros y Alumnos de Educación Básica y Especial (CEMABE). Si este censo lo hubieran realizado antes de iniciar la evaluación del desempeño docente y previo a ejecutar la Reforma Educativa, otro gallo nos cantaría. La SEP y el INEE hubieran caído en la cuenta de que el sector profesional docente estaba en pésimas condiciones. Otra hubiera sido la legislación educativa secundaria y otra hubiera sido la aprobación de la Ley General de Educación.

Pero la SEP y el INEE son una dependencia y una entidad gubernamental de carácter claramente político, no de índole educativa. Y a partir de este mal de origen, brotan todos nuestros problemas que, sin esperanza, mientras alguien no le ponga el cascabel al gato, se mantendrán hasta la eternidad.


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