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2061 21 Marzo 2016

 

 

El fraude electoral que mató a Edgar A. Poe
Eloy Garza González

 

Monterrey.- En México importamos el 95 por ciento de la tecnología que usamos en la producción a gran escala. Incluso, contra lo que pudiera pensarse, ni siquiera la tecnología de la transa electoral (carrusel, ratón loco, urna embarazada) de la que nuestros partidos mayoritarios alardean soterradamente que son consumados expertos, es creación netamente mexicana: se la copiaron vilmente de los amañados procesos electorales de EUA.

Los tristemente célebres “ingenieros electorales”, que antes no podían faltar en ninguna elección presidencial o de gobernador (basta recordar a César Augusto Santiago y su red de operadores dizque invisibles) solo repetían el recetario ortodoxo del fraude electoral puesto en práctica en nuestro vecino país de norte, desde el siglo XIX.

El gran biógrafo inglés Peter Ackroyd, ha llegado a especular que Edgar Allan Poe (1809-1849), uno de los mejores cuentistas de todos los tiempos, no murió ahogado en su propio vómito, como cuenta la sórdida leyenda, sino que fue víctima mortal del fraude electoral de la ciudad de Baltimore. El caso merece una explicación más o menos detallada.

Según la hipótesis bien sustentada por Ackroyd, Poe se despidió de sus amigos de Richmond (Virginia), para embarcarse en un buque de vapor rumbo a Nueva York a fin de  publicar allá una nueva revista literaria, con el dinero donado por varios suscriptores. Agobiado por altas fiebres y en pésimo estado físico, Poe hizo una escala en Baltimore y ahí detuvo su viaje inexplicablemente por siete días.

El 3 de octubre de 1849, el impresor de un periódico de esa ciudad, mandó a Joseph Evans Snodgrass, antiguo jefe de prensa y amigo de Poe, una nota breve y misteriosa: “hay un caballero con aspecto deprimente en la 4ª sede electoral de Ryan, de nombre Edgar A. Poe, quien dice conocerlo a usted. Le aseguro que necesita urgentemente asistencia médica”.

La 4ª sede electoral era en realidad una taberna de mala muerte, usada como comité de candidatos al Congreso. Ryan era el dueño de la taberna y operador de comicios amañados. Snodgrass llegó a la cantina y se sorprendió de que Poe, además de borracho, al punto del delirium tremens, vistiera unos pantalones enormes, un abrigo que le sentaba muy grande, y en general una indumentaria que claramente no era la suya.

Snodgrass también se desconcertó de que un primo de Poe, un tal Henry Herring, se apersonara cuanto antes en la taberna, y a pesar de ser agente electoral de un prominente político de Baltimore, no auxilió en lo más mínimo  a Poe que lucía intoxicado de alcohol y moribundo. Snodgrass llevó a su amigo a un hospital donde noches más tarde lo vio morir, gritando en medio de alucinaciones el nombre de Ryan, dueño de la taberna citada.

Una práctica normal de fraude electoral en Baltimore consistía en conseguir cualquier borracho, vestirlo con diversos ropas para disfrazarlo y hacerlo votar inconsciente, varias veces, por el mismo candidato. A estas carnadas humanas se les hacía ingerir varios litros de alcohol y se le encerraba en la sede electoral a lo largo de toda la jornada comicial. En este caso, Ryan y el primo de Poe, Henry Herring, se habían aprovechado aparentemente del literato alcohólico para cometer fraude en favor de su candidato político.

Ackroyd no concluye que Poe fuera víctima indirecta de un fraude electoral, pero las pruebas que presenta en la biografía que escribió del célebre cuentista son tan contundentes, que uno no puede menos que avalar esta hipótesis tan poco conocida por la legión de lectores fanáticos de “El Cuervo”.

Además, la ciudad portuaria de Baltimore sigue siendo, hasta la fecha, una de las ciudades con más políticos corruptos por metro cuadrado en los Estados Unidos. Y eso da lugar a la imaginación más truculenta que pueda tener un anarquista opositor irredento a los excesos del poder.


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