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2063 23 Marzo 2016

 

 

ANÁLISIS A FONDO
La guerra del odio
Francisco Gómez Maza

 

Para mi querido Yves Marchal y todos los amigos belgas que murieron o quedaron heridos en los atentados en el Metro y en el aeropuerto de Bruselas, así como sus familiares.

Ciudad de México.- Desde Cualquier posición ideológica y política, izquierda o derecha (los que se dicen del inexistente centro no estoy seguro que tengan conciencia, ¿o serán los autores intelectuales?), los actos terroristas son lamentables y condenables.

Es un crimen detestable, castigable con todo rigor, el matar en masa a seres humanos indefensos, trabajadores que van al trabajo por el pan de cada día, mujeres que esperan un hijo, niños, jóvenes, ancianos, por quién sabe qué causas diabólicas, qué odios, porque cuando se tiene una causa justa se manifiesta el descontento por vías civilizadas o inclusive por medio de las armas irregulares confrontadas con las regulares, como los movimientos guerrilleros revolucionarios. No por medio de las bombas que agarran a traición a la gente.

De los más sonados estuvieron los atentados a las Torres Gemelas del Word Trade Center de Nueva York. Los atentados del 11 de septiembre de 2001 (denominados comúnmente como 9/11 o, en Chile, Argentina y España, con el numerónimo 11-S) fueron una serie de atentados terroristas suicidas cometidos aquel día en los Estados Unidos por miembros de la red yihadista Al Qaeda, mediante el secuestro de aviones de líneas comerciales para ser impactados contra varios objetivos, causando la muerte a cerca de 3 mil personas, produciendo más de 6 mil heridos, así como la destrucción del entorno del Word Trade Center en Nueva York y graves daños en el Pentágono, en el Estado de Virginia, siendo el episodio que precedería a la guerra de Afganistán  y a la adopción por el Gobierno estadounidense y sus aliados de la política denominada Guerra contra el terrorismo.

Los atentados en Nueva York fueron atribuidos a diecinueve miembros de la red yihadista Al-Qaeda, divididos en cuatro grupos de secuestradores, cada uno de ellos con un terrorista piloto que se encargaría de pilotar el avión una vez ya reducida la tripulación de la cabina. Los aviones de los vuelos 11 de American Airlines y 175 de United Airlines fueron los primeros en ser secuestrados, siendo ambos estrellados contra las dos torres gemelas del World Trade Center, el primero contra la torre Norte y el segundo poco después contra la Sur, provocando que ambos rascacielos se derrumbaran en las dos horas siguientes.

El tercer avión secuestrado pertenecía al vuelo 77 de American Airlines y fue empleado para ser impactado contra una de las fachadas del Pentágono, en Virginia. El cuarto avión, perteneciente al vuelo 93 de United Airlines, no alcanzó ningún objetivo al resultar estrellado en campo abierto, cerca de Shanksville, en Pensilvania, tras perder el control en cabina como consecuencia del enfrentamiento de los pasajeros y tripulantes con el comando terrorista. Tendría como eventual objetivo el Capitolio de los Estados Unidos, ubicado en la ciudad de Washington.

Los atentados causaron más de 6 mil heridos, la muerte de 2 mil 973 personas y la desaparición de otras 24, resultando muertos igualmente los 19 terroristas.

Y así toda una historia de odio, sangre, dolor y llanto y ningún logro para las pasiones de los terroristas salvo la muerte o la cárcel.

El más reciente, el ocurrido este martes 22 de marzo en el Metro y en el Aeropuerto de Bruselas, en donde las detonaciones ocasionaron en un principio 36 muertos y 134 heridos, aunque no sabemos en cuántos muertos y heridos quedaron como saldo.

El País de Madrid dijo la verdad: Bélgica vive una pesadilla de la que no sabe cómo escapar. El país que hace apenas dos años vivía casi ajeno a las medidas de seguridad habituales en otros Estados —entre ellos España— se ha convertido en el uno de los principales escenarios del terrorismo en Europa.

Cuatro días después de recibir con alivio la detención de Salah Abdeslam, artífice de los atentados del 13-N en París, el terror golpea de nuevo Bruselas con un atentado cuyas consecuencias son aún difíciles de anticipar.

Pero, ¿por qué Bélgica se ha convertido en un objetivo terrorista? El país es el que más yihadistas radicalizados tiene en la Unión Europea.

El atentado del museo judío de Bruselas, en mayo de 2014, dio la primera voz de alarma. Allí las autoridades belgas descubrieron que la capital de Europa era objetivo terrorista y la seguridad comenzó a reforzarse en lugares estratégicos. Los ataques, perpetrados entonces por un yihadista francés, distaron de ser un episodio aislado.

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