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2067 29 Marzo 2016

 

 

Incipiente llamita
Hugo L. del Río

 

Monterrey.- Nuevo León presume de ser  un estado más o menos alfabetizado, pero lo que no da Natura... Llama la atención el, digamos, pliego petitorio que difundieron algunos paisanos en las redes sociales. Se dirigen al gobernador Rodríguez Calderón para pedirle que intervenga y censure los programas de los telecanales de MultiMedios. 

A esto nos referimos en nuestra nota publicada ayer: el entorno de primitivismo en que nos movemos. La intolerancia no está necesariamente vinculada a la ignorancia, pero cuando el segmento bárbaro de la sociedad une las dos falencias uno sufre espeluznos.

Empezamos por lo menos grave: el total, absoluto, radical desconocimiento de las funciones que otorga la Constitución de Nuevo León al jefe del Ejecutivo. Rodríguez Calderón no tiene la mínima injerencia en la programación de la tele. Eso corresponde a la Dirección de Cine, Radio y Televisión de la Secretaría de Gobernación. 

Son preocupantes estas manifestaciones de insapiencia en una entidad orgullosamente sede de una de las mejores Universidades de México y del Tecnológico. ¿Cómo puede caber en un cerebro más o menos poblado por neuronas que el titular de la gobernanza pueda ordenar a los concesionerios del medio electrónico qué programas mejorar –cosa, por lo demás, harto problemática– y cuáles han de ser cancelados?

Pero lo peor es el llamado a la censura. El gobernador de Veracruz, Javier Duarte, es el más peligroso matador de periodistas. Pero no es el único. La “chambre noir”, como fue conocida en Europa en peores tiempos es, en las democracias formales, uno de esos malos recuerdos enterrados bajo el polvo de la Historia. En México la padecimos hasta el sexenio de Salinas de Gortari. Con Zedillo se aflojaron mucho los controles y, lo que sea de cada quien, Fox la eliminó por completo.

La conquista de la libertad de expresión no es completa ni nos hace felices. Por otra parte, ha costado mucha sangre y muchas penalidades. El periodismo libre ha sido la víctima predilecta de los dictadores y los regímenes autoritarios. Basta con recordar a don Filomeno Mata: Porfirio Díaz hundió en prisión durante años al editor de El Diario del Hogar. Triunfó la mal llamada Revolución Mexicana y don Filomeno fue a dar otra vez a Lecumberri, ahora por el úkase de los caudillos “revolucionarios”. 

La lista de los hombres y mujeres reprimidos por el Estado mexicano es larga, muy larga. Y la libertad que ahora tenemos es relativa, muy relativa. No contribuyan, paisanos, a apagar esa incipiente llamita.

hugo1857@outlook.com


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