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2123 15 Junio 2016

 

 

Las 10 claves inconfesables de Steve Jobs (I)
Eloy Garza González

 

Monterrey.- El mundo de los negocios no tiene nada que ver con las reglas emocionales que nos transmiten los motivadores profesionales. La motivación es efímera, vaporosa; se diluye en cuanto salimos de la sala de conferencias. En cambio la forja del carácter de un emprendedor es un largo y sinuoso proceso. Se cometen errores, metidas de pata y una satisfacción agridulce cuando las cosas salen bien.

Basado en algunas anécdotas poco conocidas de Steve Jobs (a quien han convertido más en un personaje odioso que en persona real), enlisto diez claves antimotivacionales para salir airoso en la puesta en marcha de una microempresa, mantener a flote una compañía o ser empleado de un corporativo.

1.- No te apegues de más a los estereotipos: Hace muchos años, entró a trabajar a Atari (ahora dedicada a los juegos en línea), un joven descalzo, en mezclilla, desaliñado y maloliente. Lo dejaron trabajar en la línea de programación porque supo ganarse al mandamás de la empresa, pero no cumplía horarios ni respetaba la semana laboral completa. Además fumaba mota y a veces gozaba con el LSD. En Nuevo León no le hubieran dado chamba ni de mensajero. Pero en California, y en plena efervescencia hippie e innovadora de los años 70, su ruptura del estereotipo del empleado, llamó la atención a sus superiores. Se llamaba Steve Jobs.

2.- Nadie nace genio: Steve Jobs no fue un programador excepcional. Tampoco fue desde sus inicios un empresario avezado: tan obsesionado estaba con la microgestión que olvidaba lo fundamental por querer decidirlo todo. Por eso se fue casi a la quiebra Apple y prácticamente lo corrieron en 1985 de la propia empresa que fundó. Su siguiente empresa, NeXT Computer no fue ni de lejos un modelo empresarial: gastaba más de lo que vendía. Luego decidió hacer su computadora “The Cube” con la carcasa de aleación de magnesio, encareciéndola en el mercado: una pésima decisión. Hasta que regresó a Apple en 1997, Jobs comenzó a mostrar sus dotes de genio de la tecnología de entretenimiento. Ahí se lució.

3.- Arma tu propio networking: el joven genial que revolucionó las computadoras personales se llamó Steve, pero su apellido no es Jobs sino Wozniak. Inventó la Apple I y luego Liza, con el primer Interfaz gráfica para el usuario. Sin embargo, en esa dupla (los llamaban los Lennon y McCartney de la tecnología) quien atraía a los inversores ángeles, es decir, a los business angels y a los proveedores no era Wozniak sino Jobs. La red de contactos de inversionistas de alto riesgo formó Apple Inc, en igual medida que las computadoras que mostraron como producto comercial. Pero mientras Wozniak se dedicaba a pegar chips y a tocar su guitarra eléctrica, Jobs amplió su red de inversionistas. Sin networking no hay empresa que despegue.

4.- No hagas juicios morales: Silicon Valley, donde Steve Jobs fue la figura señera, se formó en los años 70 gracias a una coincidencia de factores afortunados. Los hippies abrieron una brecha de libertad creativa que acabaron con las prácticas empresariales verticales. La marihuana se compraba fácilmente, estaba casi legalizada; nadie juzgaba a las parejas homosexuales y los innumerables cafés propiciaban el intercambio de modelos de negocio e inventos tecnológicos. Una explosión de creatividad total. En Nuevo León estas coincidencias no existen: para todo emitimos juicios morales. Somos un pueblo globero y marketinero. A todo le queremos meter marketing sin atender mucho los contenidos. Anulamos así la posibilidad de la creatividad y del ingenio.

5.- La ética vende: Steve Jobs no respetaba tanto a los hombres del poder político. Solía tomarse fotos con ellos (lo hizo seguido con los Clinton) y a veces los recibía en las instalaciones de Apple, pero ni por asomo se le hubiera ocurrido asociarse con alguno de ellos para hacer crecer a su empresa. La falta de ética empresarial ha propiciado que en Nuevo León muchos hombres de negocios desperdicien sus talentos y su creatividad proponiendo proyectos turbios con el gobierno. Aquí la transa y la corrupción matan la innovación. Basta voltear a ver los contratos de Kia para traerla al Estado.


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