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2158 3 Agosto 2016

 

 

Canciones de espinas
Eligio Coronado

 

Monterrey.- La poesía de Marisol Vera Guerra (Ciudad Madero, Tamps., 1978) nos sacude porque no es una simple enumeración de amores ganados y/o perdidos. Tampoco elige el paisaje como pretexto para generar metáforas ni se ocupa de los problemas sociales para tratar de solucionarlos.

Su tema son las relaciones personales (en sus diversos niveles: amorosas, eróticas, familiares) tratadas con desenfado, sarcasmo y una intención altamente crítica: “abre las piernas     madre / déjame volver al yugo de tu cuerpo / al cálido y ruidoso mundo de tu entraña” (p. 4), “todas las mujeres / deseamos dormir con nuestra hermana” (ídem), “mi esposo es un buen  hombre / (…) / se lava las manos antes de frotar mi sexo” (p. 7).

No parece que una actitud puramente feminista o bisexual gobierne estos versos, sino más bien una madurez intelectual aplicada con rigor a las cuestiones de la convivencia: “no quiero dinero     quiero besos / en vez de un auto / un orgasmo” (p. 12), “el deseo / es asunto de mercadotecnia” (p. 16), “no hay en todo mi lenguaje / ni una sola letra con suficiente filo” (p. 22).

Éste es el tipo de poesía que nos concientiza (excepto a los no lectores) porque nos lleva a cuestionarlo todo, a analizar cada eslabón de la cadena rutinaria que nos esclaviza: “a los locos y a los adúlteros / no nos queda más que tirarnos a las vías / pero ningún tren pasa por aquí” /p. 16), “el aburrimiento es un animal / desbocado” (p. 27), “oigo chillar a mis hermanas / en lo hondo de una selva / son ellas / o / un par de cerdos a punto de caer a la caldera” (p. 6).
Casi todos los tipos de poesía son propositivos, pero hay algunos que son provocadores de cambios porque nos obligan a reestructurar nuestros gustos: nivel de entendimiento, percepción, aceptación, tolerancia y rechazo.

Canciones de espinas* logra esto porque Marisol no se limita a esperar a que doña Inspiración le dicte lo que casualmente quiera, sino que ella privilegia el significado de sus textos, por muy vitriólicos que resulten: “un hombre rasga la vagina de mi madre / desde afuera / embiste al útero como novillo” (p. 5), “soy esta criatura detestable que te ajusta / el cinturón al vientre / antes de salir de casa / llevo conmigo la llave / para que nadie más beba tu semen” (p. 17), “lo bueno de tener un marido bipolar / es que / (..) / follas diez veces seguidas / y dices no fue suficiente” (p. 26 y 28).

* Marisol Vera Guerra. Canciones de espinas Monterrey, N.L.: Edit. Poetazos, 2016. 30 pp. (Serie: En el Corazón Tenía la Espina de una Pasión) (Libro de bolsillo: 10.5 x 7 cms.)


 

 

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