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2161 8 Agosto 2016

 

 

Contra la CFE
Eloy Garza González

 

Monterrey.- La Comisión Federal de Electricidad (CFE) está a un paso de privatizarse. En el ínter, los burócratas de este monopolio del servicio eléctrico hacen su agosto: revisan uno por uno los medidores de las casas y comercios. Cualquier alteración es sancionada de inmediato con una tarifa de alrededor de 200 mil pesos.

A estos burócratas  no les importa que la casa o el local esté recién adquirida por sus actuales propietarios o que, peor, esté abandonada o deshabitada. La sanción es la misma y es casi inapelable: el acusado tiene que defender su inocencia luego de esperar más de cuatro horas para ser recibido por un funcionario público mal encarado. Si la alteración ocurrió con los anteriores dueños de la casa o el comercio, a la CFE le da lo mismo: la sanción se aplica igual.

Son decenas de miles las casas y comercios cuyos dueños tienen que pagar a la CFE estas altas sumas de dinero. Es un asalto en despoblado. De otra manera sería inconcebible que a criterio de un burócrata de quinta, algunos acusados pueden quedar exentos de pagar esta suma por la simple voluntad de este tipo de sanguijuela del bolsillo de los ciudadanos.

Una situación peor es la de las colonias de posesionarios que por décadas han sido carne de cañón electoral: se les regularizaron sus predios a cambio de votos. Se les permitió colgarse directamente de los cables de energía eléctrica por más de dos o tres décadas. Ahora, la CFE los detiene con el apoyo de Seguridad Publica y los cataloga como delincuentes.

Por más de 20 años, el gobierno se hizo de la vista gorda en el robo de energía eléctrica. Usó a esta gente para encumbrar alcaldes y gobernadores cometiendo transas electorales y ahora son trepados a una granadera como delincuentes. El Estado es tan culpable de esta irregularidad como lo son estos pobres de solemnidad.

Una buena parte del dinero recaudado por la CFE por este concepto no entra a las arcas del gobierno. Se queda en las manos de estos bandidos disfrazados de burócratas que se reparten entre ellos el botín. No es cosa de estatismo, mercantilismo o neoliberalismo. Es simplemente la corrupción de una caterva de pillos que como parásitos viven de la extorsión disfraza de campañas de regularización de medidores.


 

 

15diario.com