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2183 7 Septiembre 2016

 



De Picasso a Juan Gabriel
Eloy Garza González

 

Monterrey.- Tras el dolor masivo por la muerte de Juan Gabriel, los mexicanos deberíamos tomar nota de lo ocurrido a la acaudalada familia de los Staechelin, dueña en Suiza de una de las principales colecciones de pintura moderna del mundo y de una aerolínea de charter llamada Globe Air.

En 1967, uno de los aviones de los Staechelin, un Bristol Britannia, se estrelló en su viaje de Bangkok a Basilea. Murieron 126 pasajeros. Las pesquisas apuntaron a la impericia de los dos pilotos, mal capacitados para pilotear aviones. La aseguradora no se hizo responsable y los Staechelin recibieron cientos de demandas por homicidio que los orilló a la quiebra.

Para pagar tanto juicio penal, los Staechelin tuvieron que vender a un coleccionista privado dos lienzos sobre arlequines de Picasso, valuados en 1.5 millones de dólares (los cuadros más caros de esa época) que habían donado al museo público de Basilea: el Kunstmuseum. Los basilienses protestaron públicamente. Picasso era el orgullo de su ciudad, aunque ni siquiera era suizo. Pero Basilea lo había adoptado como su artista más querido.

El gobierno frenó la venta y llevó a votación popular la decisión de adquirir esas obras carísimas, que prácticamente consumían casi todos los recursos públicos de dos años de gestión y cancelaban varios proyectos importantes de vialidad.

Miles de basilienses tomaron la calle para promover el referéndum, con pancartas que decían: “I like Pablo”. Jóvenes artistas vendían réplicas de los arlequines y posters con el mismo motivo. Se organizaron fiestas populares con disfraces de arlequines y máscaras del genio español. Fueron las elecciones más concurridas de todos los tiempos en Basilea. Los opositores a que el gobierno comprara las obras (gente de 60 años o más) fueron aplastados con un mayoritario “yes” (menores de 30 años) que se celebró con una marcha masiva espectacular que duró varios días.

El resultado de esta votación democrática cambió la vida de los basileanos y le dio una lección a los políticos profesionales: la gente no siempre quiere obra pública que satisfaga sus demandas básicas, sino políticas públicas que cubran sus necesidades artísticas. Desde entonces, Basilea se ha convertido en uno de los principales polos del arte en el mundo y ha ganado en turismo cultural mil veces más que el costo de esta dos obras de Picasso.

Pocas veces el arte inspira elecciones publicas con la participación vigorosa de los electores. Ojalá algo parecido levantara el ánimo colectivo de los mexicanos con artistas vivos como Francisco Toledo o Gabriel Orozco. El fervor popular por Juan Gabriel y sus pegajosas composiciones musicales está muy bien, pero no debe limitarse con eso a cubrir las necesidades estéticas y culturales de nuestro apasionado pueblo.

 

 

15diario.com