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2183 7 Septiembre 2016

 



Víctor Jara: el artista militante
Lupita Rodríguez Martínez

 

Monterrey.- La Revolución Cubana, las Guerras de Viet-Nam y de Corea, las revolucionarias figuras de Fidel Castro, “Che” Guevara,  Ho Chi Minh, Kim Il Sung y Mao Tse Tung, fueron fuentes inspiradoras para millones de jóvenes que repudiaron las guerras, las dictaduras, las invasiones, la opresión y la anti-democracia.

Que tomaron conciencia y se aprestaron a luchar por una utopía, por un mundo mejor, por una sociedad más justa e igualitaria, donde el arte se fusionó con los movimientos de los ‘60 y ‘70 y matizó las conflagraciones mundiales, sembrando y cultivando un espíritu revolucionario a través de muchos artistas que cantaron los sentimientos de pueblos mancillados, oprimidos y reprimidos, pero que se negaron a hincarse de rodillas.

Entre estos artistas hoy recordamos a Víctor Lidio Jara Martínez, el nombre real de Víctor Jara, quien utilizaba el canto como un arma política y así lo manifestaba abierta y francamente en sus conciertos y entrevistas. Su militancia en el Partido Comunista de Chile estaba conjugada con su creación artística. Para él, las dos cosas eran indivisibles.

En 1971, Víctor viajó a México para ofrecer un recital en Ciudad Universitaria, donde interpretó sus propias creaciones así como de otros artistas revolucionarios como Violeta Parra, Daniel Viglietti, David Ortiz y Peter Seeger. Sus composiciones las dedicaba a dos tipos de “bandidos”: los que se levantan en la lucha revolucionaria y los que tratan de impedirla. Entre los primeros situaba a Joaquín Murieta, Camilo Torres, Ernesto “Che” Guevara, Fidel Castro, Salvador Allende y otros. Entre los segundos a los que viven en la opulencia “en las casitas del barrio alto”.

Al asumir la presidencia de Chile, Salvador Allende nombró a Jara embajador cultural y en 1972 ingresa al Departamento de Comunicaciones de la Universidad Técnica de Estado (UTE), junto con Isabel Parra e Inti Illimani, donde edita el disco El derecho de vivir en paz, que le valió el Laurel de Oro por composición del año. En 1973 trabaja como compositor musical en la Televisión Nacional de Chile y dirige el homenaje a Pablo Neruda por la obtención del Premio Nobel de Literatura. En ese año, los campesinos e indígenas mapuches del valle de Ránquil lo invitan a realizar una obra musical sobre la masacre ocurrida en 1934 y por su compromiso social toma parte de los trabajos voluntarios para impedir la paralización a causa de la huelga de camioneros. Además, participa en la campaña electoral de los candidatos de Unidad Nacional y responde al llamado de Pablo Neruda, para dirigir y cantar en un ciclo de programas de televisión contra la guerra y el fascismo, a la vez de preparar varios álbumes de los que sólo grabaría Canto por travesura.

A Jara lo sorprende el golpe militar en la UTE, donde iba a cantar luego de la inauguración de la exposición artística Por la vida Siempre, a cargo Allende, quien tenía el escenario dispuesto para convocar a un plebiscito sobre su permanencia como Presidente. Al amanecer del 12 de septiembre, los militares ocupan la UTE tras disparar obuses y ráfagas de metralleta ante la resistencia desarmada de sus ocupantes. Jara es detenido junto a profesores y alumnos y trasladado al Estadio de Chile (actualmente Estadio Víctor Jara, en cuya entrada se colocó una placa con su último poema Somos cinco mil), paradójicamente ahí ganó el Festival de la Nueva Canción Chilena con “Plegaria de un Labrador” en 1969. En el Estadio duró detenido cuatro días, siendo torturando en forma permanente (le fracturaron las manos a culatazos, le hicieron quemaduras con cigarrillo y simulacros de fusilamiento). Testimonios de sobrevivientes relatan que rescataron a Víctor lleno de sangre y golpeado, llevándolo a las gradas donde lo abrigan y restañan sus heridas. Es allí cuando le consiguen papel y lápiz para su último poema. Finalmente el 16 de septiembre, como a las 5 o 6 de la tarde, Víctor fue ejecutado y acribillado con 44 impactos de bala, siendo encontrado el día 19 entre unos matorrales junto a una línea de ferrocarril en la periferia de Santiago.

A 43 años de ser secuestrado, torturado y acribillado por militares pinochetistas, la familia de Víctor Jara, el referente internacional de la canción de protesta y la figura más emblemática del movimiento músico-social “Nueva Canción Chilena”, por fin encontró la justicia en una Corte Distrital de Estados Unidos. Su asesino, el ex teniente Pedro Barrientos Núñez, quien emigró a Orlando, Florida, en 1990, justo a un año de la caída del dictador Augusto Pinochet, fue condenado a indemnizar a la esposa e hijas del artista por 28 millones de dólares y está siendo juzgado para ser extraditado a Chile.

La obra de este gigante soldado del arte popular, que como arma de combate tuvo su guitarra y como escudo su voz, para defender las causas más nobles de la humanidad desde la canción, vivirá imperecederamente para las nuevas generaciones de hombres y mujeres de nuestra América y del Mundo.

Así se hace la justicia que esperamos alcanzar en nuestra Patria.

 

 

15diario.com