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2186 12 Septiembre 2016

 



La familia según la hipocresía organizada
Joaquín Hurtado

 

Monterrey.- El sábado 10 de septiembre acudimos a la Macroplaza de Monterrey a dar cuenta y detalle de la manifestación nacional de la hipocresía organizada en defensa del modelo único de familia mexicana.

Allá en la plancha los padres consagrados y las madres asoleadas  manifiestan su rechazo a la iniciativa presidencial que legalizará las uniones civiles entre personas del mismo sexo que daña de manera irreversible la mente de los tiernos engendritos.

Aquí en las escalinatas, bajo la mirada atónita de fray Servando Teresa de Mier y Noriega, un puñado de chavales de la diversidad sexual pone el acento jacalero y multicolor a los intentos monocordes de la derecha cerrera que insiste en echar abajo el vuelo descarriado del mariposeo mundial.

–La Familia unida jamás será vencida.

La consigna ha sido plagiada de las marchas plebeyas de mundo prole. No importa. Hasta el presi roba pasajes completos de tesis ajenas. La derecha postcapitalista expropia a conveniencia para dar lustre al arsenal de invectivas rosita fresita de los más privilegiados. Clases altas acarreadas en camiones climatizados desde los barrios de más alta plusvalía para nutrir el plan parroquial del histórico evento.

El maestro de ceremonias no da tregua. Repudia la adopción de niños por parte de los maricones, y la educación sexual en los libros de texto en manos de rufianes magisteriales. Yo educo a mis hijos, dice el maestro formado en las enaguas pedófilas de Marcial Maciel.

–Ahora subirá al escenario la cantante Azenet, que viene acompañada nada menos que por… ¡su esposo!

–Ahhh –grita el colectivo elegebetista que alza los pescuezos para ubicar al Esposo, un raro espécimen en peligro de extinción.

El pueblo bonito y piadoso aplaude con manos desganadas al emocionado anuncio del maestro de ceremonias que no deja de arengar a la grey sofocada por un sol canicular. Serían cuatro o cinco los papis o mamis o hijitos atendidos de emergencia con signos de insolación.

Una pantalla gigante nos brinda mayores detalles del plantón de la Decencia captada por los drones en pie de guerra. Muestra a las familias iracundas contra la imposición de la ideología de género, ocurrencia impertinente de un presidente chiquitico y aguado como muñeco de papel.

La palabra familia es repetida a través de los altavoces como mantra salvador, en plan desesperado por atrapar al vuelo una estructura fracturada por la inmoralidad de la Historia que desafía a la Familia con fuerza descomunal. El concepto Familia como estandarte guadalupano a la reconquista de su nicho natural hoy tan disputado por las advenedizas minorías sexuales.

La familia como carta comodín que igual sirve a la mafia artillada en las guerras narcas que a los políticos en los púlpitos que ven mermado su botín de votos descarriados. Familia para llevar o comer aquí. Familia mataquedito que procrea al mataputito. Familia por si angas o mangas. Familia por si las moscas y los mayates. Familia quitamanchas contra la familia deslavada. Familia con foto de abuelitos y perritos, familia en los suburbios panistas, familia con coche y vacaciones en Disney. Familia que papi compró a pagos con el sudor de su frente.

Familia para arriba, familia que sabe rezar para no caer hasta abajo, familia sanita, familia pobrecita, familia como globo de gas helio que tiende a decaer en las alturas del poder presidencial. Familia dónde vas que más valgas.

–¿Dónde está la Familia?

–Aquiiiii –gritan las bocas sedientas de certezas familiares.

Los colectivos insumisos, reunidos en las escalinatas alfombradas con la bandera del Arcoíris, echan poemas al aire o bailan con poses amaneradas y se besan en la boca con ósculos malditos. Gentuza del mismo sexo.

–Que conste que nosotros no queremos nada contra los gays mientras vivan en castidad y templanza –reza el maestro pastor de la catequesis catártica que se quiere tan incluyente en el tema del amor y sus deslactosados derivados.

El colectivo elegebeté celebra el bono democrático que al menos por hoy le ha dado un respiro desde la basílica erigida frente a palacio de gobierno, y ahuyenta al buitre evangélico que de tan generoso también le ha perdonado la vida. Esto tranquiliza mi mosaico hormado de familia que igual no vino pero igual ni apoya ni repudia al vástago quebrado que igual cae mal por sus maneras heterodoxas, o igual es todo lo contrario.

El tumulto relamido y correcto recibe bendiciones de payasitos, se arroba con cánticos escolares, se embebe en los discursos incendiarios especialmente pergeñados en las trincheras del confesionario para el uso homogenizado en un país que desde la Reforma se soñó plural. Qué horror nacer sin familia, piensa el colectivo elegebetero que llegó a la Macroplaza montado en ovnis fucsias. Este puñado de extraterrestres homos no figura como numeral, no más de doscientos chavales pudo convocar.

Ni anacrónicos ni posmodernos parecen los defensores de la familia a contrapelo de los embates de un chico que chilla y suda al ritmo del Noa Noa. ¡Juanga, querida loca vernácula, ampáranos! La manifestación descafeinada concluye entre sones de mariachi y amenazas de volver a tomar calles y zócalo el 24 de septiembre.

El colectivo lésbico-gay levanta el vuelo cual libélula sedienta y se va al bar Wateke a libar unas chelas y danzar hasta el amanecer con chiquillos en cueros. Todo por la familia.

 

 

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