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2254 15 Diciembre 2016

 

 

Trump y México
Samuel Schmidt

 

Ciudad Juárez.- Más allá de una fuerte animadversión a México y los mexicanos que parece derivarse de varios negocios fallidos en el país, ya sea por no entender las reglas en México, porque los mexicanos lo chamaquearon o por simple torpeza, todo parece indicar que Trump se apresta a gobernar Estados Unidos como mexicano. Lo que no quiere decir que le haya tomado cariño al país, sino la trascendencia del modelo mexicano de gobernar, que muchos gobernantes han tratado de copiar.

La configuración de su gabinete ha echado mano de sus amigos, de aquellos personajes con los que se encuentra en los clubes exclusivos o campos de golf. En México, el equivalente son los espacios restringidos a las capas gobernantes y el club de amigos en que se han convertido los partidos políticos.

El Partido Republicano se le ha sometido aunque existan algunos resquicios de resistencia que serán eliminados con dádivas o maniobras para que pierdan la próxima elección. Lo mismo sucede con aquellos miembros del partido que se sublevan en México y que son removidos de sus puestos o enviados a la Renata (Reserva Nacional de Talento) que muchas veces de lo que carece es justamente de talento.

El discurso populista de las masas y el manejo del engaño. Trump llegó a las zonas más mermadas por la globalización y les prometió la grandeza del pasado que nunca volverá. Los empleos que se fueron no volverán a esas zonas, y si bien les va, les llegarán otros empleos, aunque nunca igual de bien pagados. La historia se repite, pero nunca de la misma manera y nunca en el mismo lugar, pero la esperanza es lo último que muere. Este fue justamente el poder el PRI que se asentó en la gran capacidad para engañar a las masas trabajadoras con la promesa de que algún día la revolución les haría justicia.

El ser humano se puede vivir con incertidumbre. Desde tiempos antiguos la gente acudía ante los mecanismos de adivinación para ser que le deparaba el destino. En la actualidad los gobiernos se encargan de construir la incertidumbre y luego la manejan creando una falsa confianza en habilidades que los gobernantes no tienen. Trump promete dar al traste con los avances en el bienestar social que se construyeron en Estados Unidos desde el New Deal, las masas por supuesto no saben que esperar, a no ser una formulación genérica de volver a la grandeza, sin que quede claro cuál será el contenido concreto de la misma.

Trump se ha confrontado con los medios sabiendo que su papel político y social se ha disminuido y ayuda a clavarles la daga que los termine de hundir, con esto después de haberlos intimidado  confía en que podrá controlarlos. México lleva más de un siglo de haber instituido la política de compra de los medios con lo cual los tiene perfectamente controlados. No hay que confundirse con el pataleo insustancial e irrelevante de algunos medios ante ciertas decisiones, como las del INE con respecto a Televisa, que debió haber cobrado muy cara una entrevista al gobernador de Puebla, ya determinará el gobierno cuándo darles el apretón para que no digan nada inconveniente.

Con los conglomerados socio-políticos no habrá problema, en Estados Unidos los han destruido a lo largo de los años, los sindicatos han visto disminuido su poder de negociación y presión y cuentan muy poco, los campesinos menos porque están sometidos a las reglas del mercado, las clases medias están sumidas en el desconcierto viendo cómo se evapora su capacidad de progreso gracias a las acciones del neoliberalismo que generó un empobrecimiento generalizado (los hijos de estas clases están ahogados en deuda impagables); en México, los neoliberales terminaron por corromper a los representantes obrero-campesino, y la clase media es una quimera.

Trump gobernará de la mano de los generales, especialmente de aquellos que creen que los derechos civiles y humanos pertenecen a texto fácilmente ignorables. México lleva más de un siglo de dominio de los militares, ya sea porque estaban en el poder, o porque eran la fuerza represiva que sostenía a civiles corruptos que supieron compartir con ellos los frutos de la ganancia pública para hacerla privada.

La cereza del pastel es el fraude electoral. Trump se benefició de las maniobras republicanas que durante muchos años manipularon el sistema electoral para suprimir el voto, ya sea por el manejo de los distritos electorales o por imponer exigencias que excluían del voto a los demócratas (día de elección laboral, exigencia de identificación con fotografía, etcétera). Los mexicanos en esto son maestros y todavía tienen mucho que enseñar.

(Agradezco a Carlos Spector la sugerencia de la similitud entre ambos.)

 

 

 

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