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2276 16 Enero 2017

 

 

Pemex y la gallina del Presidente
Eloy Garza González

 

Monterrey.- “Se acabó la gallina de los huevos de oro. Se nos fue secando”. Las metáforas de Peña Nieto son pésimas. Malísimas. Las gallinas no se secan. Quiso decir: se mueren. Y en la fábula, a la pobre gallina la mata un codicioso para quedarse de una buena vez con todos los huevos que el ave ponía. Si uno interpreta al pie de la letra la metáfora de Peña Nieto, quiere decir que dejamos de producir petróleo por codiciosos. Y ahora sufrimos las consecuencias.

Pues Peña Nieto se equivoca en las cuentas. Nunca le salen bien. No conoce el teorema de la imposibilidad del cálculo económico. Este quiere decidir que en las áreas donde interviene el Estado, como en Pemex, no puede calcularse bien, porque los planificadores no tienen referencias de precios o volúmenes.

¿Cuánto petróleo debimos producir para no entrar en crisis?¿Desde cuándo debimos bajarle a la producción?¿Qué beneficios sociales hubiéramos dejado de recibir de haber parado o limitado la producción de petróleo hace seis o doce años? No hay parámetros en el cálculo económico de los bienes que produce el Estado. No es culpa de Peña Nieto, pero tampoco es culpa de nosotros, como el Presidente quiere darnos a entender.

Las cuestiones económicas del gobierno se resuelven por pura política. Los cálculos son políticos. La asignación de partidas presupuestales son políticas. El gasto social se determina por pura política. Por eso el Estado nunca asigna bien los recursos públicos. ¿Cómo podría hacerlo si es el propio Estado quien monopoliza la creación del dinero, su precio y cuánto circulante debe haber? Así, no recurre a la información que ofrecen los mercados, sino a las estimaciones electoreras o de peculado de los funcionarios públicos.

Por eso el Estado mexicano nunca supo, ni sabe, cuánto petróleo debió ni debe producir. No tiene parámetros de comparación para destinar los recursos derivados de esas utilidades. Como el precio de la gasolina se decide en una planificación central, por una sarta de políticos, grillos y burócratas (además del sindicato petrolero) nunca se sabe si en realidad la gasolina se vendía cara o barata, mucha o poquita.

Todo acabó haciéndose mal y generando previsiblemente lo que ya es una crisis energética a gran escala. Ahora sí el gobierno de Peña le da la distribución de gasolinas a los particulares. ¡Qué fácil! Que la bronca se transfiera a otros cuando la incompetencia fue del propio Estado. Decía Ramón López Velarde: “El Niño Dios te escrituró un establo y los veneros del petróleo el diablo”. Cambie usted la palabra diablo por Estado y entenderá quién tuvo la culpa del actual enredo.

 

 

 

15diario.com