INTERÉS PÚBLICO
Políticos fallidos
Víctor Reynoso  

Puebla.- Se ha dicho ya, pero hay que repetirlo: en las sociedades modernas los políticos están para resolver los problemas públicos, no para convertirse en un problema más. Si lo hacen, estamos ante una falla muy seria. Los problemas en el grupo perredista en el Senado, y en menor medida, en el panismo poblano, son casos actuales de esta falla.

Que 19 senadores (según la página oficial del Senado) del grupo del PRD no sean capaces de ponerse de acuerdo para elegir su coordinador y hayan dado la nota en las últimas semanas habla mal de ellos. Supuestamente están entre los mejores políticos del país. Y no supuestamente, entre los mejor pagados. Que no sean capaces de resolver algo tan básico como acordar quién los va a coordinar habla mal de ellos.

Hay quien propone reducir los ingresos de los senadores y diputados a la mitad. No estoy de acuerdo. Sus responsabilidades y la capacidad que exigen sus cargos deben ser bien remunerados. Pero esa remuneración debe estar acompañada de una exigencia. De la capacidad de resolver problemas públicos, manejando adecuadamente los intereses personales y de grupo.

Ciertamente, el grupo de senadores unificados con el emblema del PRD es un grupo complicado. Como argumentan algunos de sus integrantes, llegaron al Senado no por el PRD, sino por una coalición de partidos (PRD, PT, MC) encabezados por López Obrador. Su lealtad no es, no totalmente, hacia el Partido de la Revolución Democrática.

Tienen razón, pero eso no resuelve los problemas. No resuelve la necesidad los problemas públicos por encima de los intereses particulares. Si los representantes de la sociedad, en lugar de representarla, se representan a sí mismos argumentando que no le deben lealtad a un determinado partido, el problema sigue vigente.

Y si no es al PRD, ¿a quién deben lealtad estos senadores? Indirectamente, muy indirectamente, a la sociedad. En lo más inmediato quizá a López Obrador. Como ellos dicen, fue con la candidatura del tabasqueño en 2012 que ellos llegaron al Senado. Y fue la declaración del entonces coordinador del grupo, Miguel Barbosa, en el sentido de que apoyaría a López Obrador, lo que suscitó toda esta trifulca.
Con lo que volvemos al problema planteado hace décadas: ¿debe ser México un país de instituciones y leyes, o el país de un hombre fuerte? No fue una institución, un partido político en este caso, lo que hizo que estos políticos llegaran al Senado. Fue, según algunos de sus dicho, un líder carismático capaz de generar votos. La amenaza populista está presente.

Y en esto parece estar, en algunos casos, el simple oportunismo: elecciones recientes (federales y locales) y encuestas de opinión muestran que el PRD va a la baja, mientras que MORENA, el partido de López Obrador, va a la alza. Es sensato cambiar de una nave cercana a un probable naufragio a otra que navega segura y a buena velocidad.

Sensato para la carrera y el interés personal. Pero quizá no para el interés público.

El caso del panismo poblano, en el que la dirigencia estatal amenazó con sancionar a 73 militantes que supuestamente apoyaron a la candidata independiente Ana Tere Aranda es muy distinto, en dimensión y en características. Pero puede compartir con el de los senadores del PRD dos características: los políticos dejan de resolver problemas para volverse un problema, y el asunto tiene más que ver con intereses personales y de grupo que con el interés público.

No es que no se deban sancionar las conductas sancionables. Si alguien merece ser expulsado de su partido, que se le expulse. Pero cuidando mucho desde luego el fondo del asunto y la forma. Elaborar expedientes muy cuidados desde el punto de vista jurídico y seguir el proceso de manera muy cuidadosa por los cauces legales. No parece ser el caso.

Más que sancionar serias deslealtades estas denuncias parecen ser ajustes de cuentas internos. Los panistas poblanos parecen haber entrado en un pleito en el que ellos serán los perjudicados. Será difícil apelar a la unidad de ese partido desde Puebla.