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APUNTE LIBRE
Y ASÍ FUE QUE LES PERDIMOS LA CONFIANZA
Asael Sepúlveda

El 18 de febrero de 1976 amanecieron los cadáveres de 5 personas en la Colonia Granja Sanitaria, en Monterrey. Horas después, fallecería otra persona, con lo que llegó a seis el número de muertos.

Y no, no era una masacre del narco. Los disparos habían sido hechos por policías estatales de Nuevo León, que alegaron haberse defendido de un ataque armado. El Gobernador era Pedro Zorrilla y la zona de la agresión estaba dentro de la influencia del movimiento Tierra y Libertad.

Por aquellos años, había un choque frontal entre el Gobernador Zorrilla y los dirigentes de Tierra y Libertad. Una agresión armada contra la policía hubiera sido el pretexto ideal para encarcelarlos y dar un golpe contundente a los movimientos de posesionarios

La versión policiaca de que los colonos habían disparado contra ellos se basaba en que siete patrullas presentaban impactos de bala. Lo que no pudieron demostrar fue que algún colono hubiera disparado contra ellos y su dicho cayó por tierra ante un testigo insospechado: El Capitán Gilberto Carretero, responsable de Inteligencia Militar asignado al área del Topo Chico.

Transcribo las palabras de Carretero, de su libro Memorias de un soldado, escrito junto con Ramón Azpiri Pavón:

“Hay varios muertos, investigue los hechos e informe, - me ordenó el General.
Cerca del lugar de los hechos recabé la versión de la policía. Unas personas se quejaron de haber sido asaltadas cerca de Granja Sanitaria y al rastrear la zona vieron a unos que corriendo se metieron a una casa, ahí fueron a tratar de detenerlos pero opusieron resistencia, vinieron más patrullas, les lanzaron piedras, llegaron más vecinos y sonaron disparos, entonces los policías repelieron la agresión a tiros matando a varios colonos.

“A un par de calles pude ver a un grupo grande de policías judiciales, quienes me dijeron estar a la expectativa sin haber intervenido para nada.

“Los uniformados se retiraron en sus patrullas hacia las oficinas de la Dirección de Seguridad Pública y los seguí, intentando recabar más información para rendir mi reporte y cuál no sería mi sorpresa cuando el convoy policiaco se detuvo cerca del complejo vial de Gonzalitos y Constitución, descendieron los policías de las patrullas, desenfundaron sus pistolas y balacearon sus vehículos destrozando parabrisas y agujerando las puertas y los guardafangos. No alcanzaba yo, en ese momento, a comprender la actitud de los uniformados, hasta que recapacité: Simplemente estaban dejando la evidencia de que habían sido agredidos.

“La versión de los colonos fue que la policía uniformada intentó aprehender a unos vecinos que dormían fuera de su casa debido al calor, éstos no se dejaron, llegaron otros colonos, apedrearon a los policías y de repente se escucharon unos disparos (señalaron el rumbo por donde estaban los judiciales) y entonces los preventivos o uniformados dispararon contra los colonos”.

Hasta aquí las memorias del Capitán Carretero, en las que se documenta las maniobras de la policía uniformada para manipular la evidencia y tratar de arrojar la culpa sobre las víctimas. Un intento que fracasó porque, para variar, intervino un elemento militar más amigo de la verdad que de las truculencias de la policía.

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